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viernes, febrero 19, 2016

Fluidez





Él se escondía en su caparazón,
Tenía miedo de ser herido,
Se volvió fuerte y duro como una roca,
Tenía miedo de sentir.

Su niño le reclamaba,
Su niño le llamaba,
Él se volvió sordo y ciego,

Y un día escuchó a ese niño hambriento
De ser, entonces le permitió llorar,
Le permitió reír, le permitió sentir,
Se tornó fluido y se dio cuenta que
Era aùn más poderoso.


Luz Marina Hoyos Duque 

jueves, enero 07, 2016

Silenciar los sentimientos puede poner en riesgo tu salud




¿Cuántas cosas reprimimos todos los días? Guardamos sentimientos como alguien que esconde un tesoro robado, sin embargo, no robamos sentimientos, por lo tanto, no tiene sentido ocultarlos de forma tan dura.

“Puedes engañarte o engañar a muchas personas haciendo el papel de una persona agradable o decir mentiras para no herir a tal o cual persona. Puedes esconderte de todo el mundo, pero tu cuerpo siente y reacciona a la agresión que has cometido contra él.

Si continúas con esa relación que no soportas más, con esa rutina que te quita tu alegría, con esas amistades que no te hacen sentir bien… Tu cuerpo sentirá estas emociones y, como una batería, se cargará y almacenará esos sentimientos, hasta que un día explotes como una bomba atómica.


De niños, nos vemos obligados a reprimir las emociones. Muchos padres enseñan que llorar es “signo de debilidad”, “la masturbación es un pecado”, “el sexo es vergonzoso y tomar algo de placer es de gente sin vergüenza.”

Desde muy temprana edad, vamos siendo castrados en nuestros sentimientos y emociones, y cuando podemos tomar nuestras propias decisiones en “conversaciones con la sociedad,” mantenemos nuestra rabia, nuestra ira, no abrazamos a nuestros amigos, no besamos por una vergüenza bestia y ridícula.

La chica no abraza a otra chica por miedo a ser llamada “lesbiana”, el niño no abraza a otro niño porque tiene miedo de ser llamado “maricón” y los homosexuales ocultan sus sentimientos por temor a ser rechazados por la familia y la “sociedad”.

Así vamos almacenando sentimientos que tienen que salir de alguna manera, y por lo general, todas las emociones se convierten en ira y/o tristeza, una sombra que se esconde detrás de tu figura aparente. Cuanto más tiempo se sufre en silencio, más enfermo se está… “- Paulo Roberto Gaefke

De hecho, al final de cuentas, el mayor perjudicado eres tú.
El punto medio entre la necesidad de expresión y el silencio

Sabemos que el silencio es sabio, y siempre es bueno pensar antes de hablar, sobretodo ante algunas palabras ignorantes. Antes de hacer un comentario fuera de lugar o ante una expresión inadecuada, siempre es mejor cerrar la boca y actuar con más inteligencia antes que habla sin pensar.

Pero hay que encontrar un equilibrio entre el silencio y la defensa de nuestras necesidades:

Silenciar nuestros sentimientos y nuestros pensamientos permiten a la persona que está delante de nosotros no saber que nos está haciendo daño, aunque esté superando algunos límites. Nadie puede adivinar los pensamientos de los demás, por eso si no decimos lo que nos duele o no nos duele, las demás personas no lo sabrán.

Hay silencios sabios y sabias palabras. Saber cuándo callar y cuándo hablar es, posiblemente, la mejor habilidad que podemos aprender a desarrollar. No se trata, de ninguna manera, de estar siempre callado o de decir siempre lo que tenemos en mente. Los extremos nunca son buenos.

Mantén el equilibrio, pero recuerda siempre que ocultar los sentimientos nos puede hacer daño. Si permites que otros invadan tu espacio personal, al final, serás como una marioneta guiada por otro. Las palabras silenciadas se convierten en enfermedades psicosomáticas

No te sorprenderás al saber que la mente y el cuerpo están íntimamente relacionados y conectados. La conexión es tan grande que los expertos advierten que casi el 40% de la población sufre o ha sufrido en su vida alguna enfermedad psicosomática.

El nerviosismo, por ejemplo, altera nuestras digestiones, causa diarrea o el clásico dolor de cabeza. Muchos herpes labiales son provocados por procesos de alto estrés, el nerviosismo y la fiebre. Así que guardar silencio todos los días e interiorizar lo que sentimos y lo que pensamos en nuestro cuerpo genera una gran carga de ansiedad.

Piensa en todas esas palabras que no quieres decirle a tus padres o a tus amigos para no herir sus sentimientos. Ellos actúan contigo pensando que están en lo correcto, cuando en realidad es todo lo contrario. ¿Por qué no le dices la verdad?

Todo eso al final resultará en enfermedades psicosomáticas, migrañas, hipertensión, fatiga crónica, etc…
Di en voz alta tus palabras: la clave para el arrebato emocional

No tengas miedo de escuchar tu propia voz, y mucho menos que otros también lo hagan. Es algo tan necesario como respirar, como comer o dormir. La comunicación emocionales ideal para nuestro día a día, para establecer relaciones más sanas con los demás, y, por supuesto, con nosotros mismos.
Estos son algunos consejos básicos para el éxito

Piensa que todo tiene un límite. Si no decimos en voz alta todo lo que pensamos y sentimos no estaremos actuando con dignidad, perdemos nuestra autoestima y el control de nuestra vida. En primer lugar, ten conciencia de lo que dices y lo que estás pensando.

Decir lo que piensas no es hacer daño a nadie. Significa defenderse y, a su vez, informar a la otra persona de una realidad que debe saber.
No estar preocupado por la reacción de otras personas, no tengas miedo. Si te preocupas demasiado por lo que podría suceder, puedes prepararte antes de las posibles reacciones.

Piensa las palabras para decir en voz alta lo que sentimos y pensamos es en realidad la mejor forma de liberación emocional que hay. Practica sabiamente, cuida de ti mismo.


Fuente. http://despiertavivimosenunamentira.com/

jueves, septiembre 03, 2015

Me doy permiso para vivir este duelo



“El duelo es algo bueno. Es la forma de ir a través de las transiciones de la vida” (Rick Warren).

El duelo es una respuesta normal y saludable ante una pérdida, es una de las experiencias más normales que tenemos en el curso de nuestra vida, éste describe las emociones que sentimos cuando perdemos a alguien o algo importante para nosotros. Las personas podemos vivir un duelo por varios motivos, por ejemplo:

· La muerte de un ser querido, incluidas las mascotas.

· El divorcio o cambios en las relaciones, incluidas las amistades.

· Cambios en nuestra salud o en la salud de un ser querido.

· Pérdida de un trabajo o cambios en la estabilidad financiera.

· Cambios en la forma de vida, como los que ocurren durante la jubilación o cuando se muda a un lugar nuevo.

La elaboración del duelo, es un proceso largo, lento y doloroso cuya magnitud dependerá en gran parte de la dimensión de lo perdido y de las características peculiares de cada persona. Elaborar el duelo significa ponerse en contacto con el vacío que ha dejado la pérdida de lo que no está, valorar su importancia y experimentar el sufrimiento y la frustración por su ausencia, podemos identificar que ha terminado cuando ya somos capaces de recordar lo perdido sintiendo poco o ningún dolor, cuando hemos aprendido a vivir sin lo que ya no está, cuando hemos dejado de vivir en el pasado y podemos invertir de nuevo toda nuestra energía en nuestro presente y en lo que tenemos a nuestro alrededor.

Nuestra vida está sometida al devenir de personas, cosas y situaciones variables, vivir, de alguna manera, es ganar y perder, gozar y sufrir. La experiencia del duelo, siempre vendrá acompañada del dolor, éste se relaciona invariablemente con una pérdida, una decepción o desilusión. Estas pérdidas o decepciones conllevan unas fases de tristeza, rabia y negación hasta la aceptación de la pérdida, pueden repercutir en nuestras vidas durante mucho tiempo. Este afrontamiento de la pérdida es complejo y emotivo, es importante que no lo minimicemos, pues de hacerlo y no elaborarlo, las consecuencias son negativas en nuestra salud, aparecen somatizaciones y diversos trastornos físicos y psíquicos, a los cuales muchas veces no encontramos su origen. Los duelos pueden ser mayores y masivos, como la muerte de un ser cercano y querido, la pérdida de trabajo o una enfermedad catastrófica, situaciones que tienen una gran carga afectiva, económica, social y de estrés. La pérdida de una pieza dental, un choque a nuestro automóvil o la pérdida de un objeto muy querido también pueden ser motivo para estar en duelo.

El duelo puede incluir tanto síntomas físicos como emocionales.

Emocionales: Ira, ansiedad y ataques de pánico, culpa, confusión, negación, desorganización, miedo, irritabilidad, soledad, aturdimiento, tristeza, shock.

Físicos: Episodios de llanto, diarrea, mareos, latidos cardíacos rápidos, sentir un nudo en la garganta, dolores de cabeza, hiperventilación, falta de apetito, problemas para dormir, cansancio, opresión en el pecho, pérdida o aumento de peso.

Es importante tener presente que, los síntomas del duelo y los síntomas de la depresión son muy similares. Si bien es normal sentirse triste después de una pérdida, los sentimientos asociados con el duelo deberían ser temporales. Pero si transcurrido un tiempo no empieza a sentirse mejor, sus sentimientos comienzan a perturbar su vida diaria o si está comenzando a pensar en hacerse daño o en hacer daño a otras personas, hable con su médico de familia, éstos pueden ser signos de depresión. Su médico de familia puede ayudarlo a tratar la depresión, de modo que pueda comenzar a sentirse mejor.

La duración de un duelo es distinta en cada persona, probablemente comenzará a sentirse mejor dentro de las 6 a 8 semanas. El proceso completo puede durar entre 6 meses y 4 años. Si siente que tiene problemas para manejar sus emociones, pida ayuda. Entre las personas que pueden ayudarlo se incluyen los amigos, la familia, un religioso, un consejero o terapeuta, los grupos de apoyo y su médico de familia.

Cuando la persona comienza a mejorar es posible que comience a sentirse mejor de a poco. Por ejemplo, comenzará a darse cuenta de que es un poco más fácil levantarse por la mañana o quizá tenga pequeñas ráfagas de energía. Este es el momento en el que comienza a reorganizar su vida en torno a su pérdida o sin su ser querido. Durante este tiempo, es posible que sienta que está atravesando una serie de altibajos. Es posible que se sienta mejor un día, pero peor al día siguiente. Esto es normal.

· No existe una forma “adecuada” de llevar o vivir el duelo. Cada persona es diferente. Tómese un tiempo para experimentar su pérdida a su manera, pero recuerde cuidarse:

· Hable de cómo se siente con otras personas.

· Intente mantenerse al día con sus tareas diarias, así no se siente abrumado.

· Duerma bastante, siga una dieta bien equilibrada y haga ejercicio en forma regular.

· Evite el alcohol. El alcohol puede hacerlo sentir más deprimido.

· Vuelva a su rutina normal tan pronto como pueda.

· Evite tomar decisiones importantes de inmediato.

· Permítase llorar, sentirse aturdido, enojarse o sentirse del modo que se siente.

· Pida ayuda a un profesional si la necesita.