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jueves, enero 07, 2016

Silenciar los sentimientos puede poner en riesgo tu salud




¿Cuántas cosas reprimimos todos los días? Guardamos sentimientos como alguien que esconde un tesoro robado, sin embargo, no robamos sentimientos, por lo tanto, no tiene sentido ocultarlos de forma tan dura.

“Puedes engañarte o engañar a muchas personas haciendo el papel de una persona agradable o decir mentiras para no herir a tal o cual persona. Puedes esconderte de todo el mundo, pero tu cuerpo siente y reacciona a la agresión que has cometido contra él.

Si continúas con esa relación que no soportas más, con esa rutina que te quita tu alegría, con esas amistades que no te hacen sentir bien… Tu cuerpo sentirá estas emociones y, como una batería, se cargará y almacenará esos sentimientos, hasta que un día explotes como una bomba atómica.


De niños, nos vemos obligados a reprimir las emociones. Muchos padres enseñan que llorar es “signo de debilidad”, “la masturbación es un pecado”, “el sexo es vergonzoso y tomar algo de placer es de gente sin vergüenza.”

Desde muy temprana edad, vamos siendo castrados en nuestros sentimientos y emociones, y cuando podemos tomar nuestras propias decisiones en “conversaciones con la sociedad,” mantenemos nuestra rabia, nuestra ira, no abrazamos a nuestros amigos, no besamos por una vergüenza bestia y ridícula.

La chica no abraza a otra chica por miedo a ser llamada “lesbiana”, el niño no abraza a otro niño porque tiene miedo de ser llamado “maricón” y los homosexuales ocultan sus sentimientos por temor a ser rechazados por la familia y la “sociedad”.

Así vamos almacenando sentimientos que tienen que salir de alguna manera, y por lo general, todas las emociones se convierten en ira y/o tristeza, una sombra que se esconde detrás de tu figura aparente. Cuanto más tiempo se sufre en silencio, más enfermo se está… “- Paulo Roberto Gaefke

De hecho, al final de cuentas, el mayor perjudicado eres tú.
El punto medio entre la necesidad de expresión y el silencio

Sabemos que el silencio es sabio, y siempre es bueno pensar antes de hablar, sobretodo ante algunas palabras ignorantes. Antes de hacer un comentario fuera de lugar o ante una expresión inadecuada, siempre es mejor cerrar la boca y actuar con más inteligencia antes que habla sin pensar.

Pero hay que encontrar un equilibrio entre el silencio y la defensa de nuestras necesidades:

Silenciar nuestros sentimientos y nuestros pensamientos permiten a la persona que está delante de nosotros no saber que nos está haciendo daño, aunque esté superando algunos límites. Nadie puede adivinar los pensamientos de los demás, por eso si no decimos lo que nos duele o no nos duele, las demás personas no lo sabrán.

Hay silencios sabios y sabias palabras. Saber cuándo callar y cuándo hablar es, posiblemente, la mejor habilidad que podemos aprender a desarrollar. No se trata, de ninguna manera, de estar siempre callado o de decir siempre lo que tenemos en mente. Los extremos nunca son buenos.

Mantén el equilibrio, pero recuerda siempre que ocultar los sentimientos nos puede hacer daño. Si permites que otros invadan tu espacio personal, al final, serás como una marioneta guiada por otro. Las palabras silenciadas se convierten en enfermedades psicosomáticas

No te sorprenderás al saber que la mente y el cuerpo están íntimamente relacionados y conectados. La conexión es tan grande que los expertos advierten que casi el 40% de la población sufre o ha sufrido en su vida alguna enfermedad psicosomática.

El nerviosismo, por ejemplo, altera nuestras digestiones, causa diarrea o el clásico dolor de cabeza. Muchos herpes labiales son provocados por procesos de alto estrés, el nerviosismo y la fiebre. Así que guardar silencio todos los días e interiorizar lo que sentimos y lo que pensamos en nuestro cuerpo genera una gran carga de ansiedad.

Piensa en todas esas palabras que no quieres decirle a tus padres o a tus amigos para no herir sus sentimientos. Ellos actúan contigo pensando que están en lo correcto, cuando en realidad es todo lo contrario. ¿Por qué no le dices la verdad?

Todo eso al final resultará en enfermedades psicosomáticas, migrañas, hipertensión, fatiga crónica, etc…
Di en voz alta tus palabras: la clave para el arrebato emocional

No tengas miedo de escuchar tu propia voz, y mucho menos que otros también lo hagan. Es algo tan necesario como respirar, como comer o dormir. La comunicación emocionales ideal para nuestro día a día, para establecer relaciones más sanas con los demás, y, por supuesto, con nosotros mismos.
Estos son algunos consejos básicos para el éxito

Piensa que todo tiene un límite. Si no decimos en voz alta todo lo que pensamos y sentimos no estaremos actuando con dignidad, perdemos nuestra autoestima y el control de nuestra vida. En primer lugar, ten conciencia de lo que dices y lo que estás pensando.

Decir lo que piensas no es hacer daño a nadie. Significa defenderse y, a su vez, informar a la otra persona de una realidad que debe saber.
No estar preocupado por la reacción de otras personas, no tengas miedo. Si te preocupas demasiado por lo que podría suceder, puedes prepararte antes de las posibles reacciones.

Piensa las palabras para decir en voz alta lo que sentimos y pensamos es en realidad la mejor forma de liberación emocional que hay. Practica sabiamente, cuida de ti mismo.


Fuente. http://despiertavivimosenunamentira.com/

sábado, septiembre 26, 2015

ZONA DE CONFORT Y FALSEDADES QUE NOS IMPIDEN AVANZAR





A un rey le obsequiaron dos pichones de halcón. Este, los entregó inmediatamente al maestro de cetrería para que los entrenara. Después de varios meses, el instructor le comunicó al rey que uno de los halcones estaba bien educado, pero no sabía qué le pasaba al otro. Desde que había llegado al palacio, no se había movido de la rama, incluso había que llevarle el alimento.

El rey mandó llamar a sanadores y curanderos pero ninguno pudo lograr que el ave volara. Desesperado, hizo público un edicto en el que proclamaba una recompensa para aquel que hiciera volar al halcón. A la mañana siguiente, el rey vio al ave volando en sus jardines.

– Traedme al autor de este milagro.

Ante el rey apareció un campesino. El rey le preguntó:

– ¿Cómo lograste que el halcón volara? ¿Acaso eres mago?

– No fue muy difícil – explicó sonriendo el hombre. – Tan solo corté la rama. En ese momento al ave no le quedó otra alternativa que echar a volar.

Esta fábula nos enseña que a veces es necesario quedarse en la rama para recuperar fuerzas, pero si nos quedamos en la zona de confort durante mucho tiempo, nunca sabremos cuán lejos habríamos sido capaces de llegar. Por eso, necesitamos expandir cada vez más nuestra zona de confort.

Crecemos al salir de la zona de confort

Lo queramos o no, la capacidad para abandonar de manera consciente nuestra zona de confort y atrevernos a descubrir nuevos horizontes o perseguir nuestros sueños es lo que nos hace diferentes a los demás, es lo que nos permite tener nuevas experiencias que enriquezcan nuestra vida. Lamentablemente, la mayoría de las personas prefieren quedarse en su zona de confort, ese espacio en el que se sienten más o menos a gusto y al seguro.

Para comprender la zona de confort puedes imaginar dos círculos concéntricos, uno pequeño dentro de uno mayor, pero que no se tocan en ningún punto. El círculo pequeño representa todas las cosas a las que estamos acostumbrados, nuestros hábitos y rutinas, los sitios que solemos visitar y las personas que frecuentamos. Es nuestra zona de confort.

A primera vista, todo puede parecer genial, pero lo cierto es que mantenerse dentro de ese círculo no es una garantía de felicidad ni te asegurará que al final de tu vida no tendrás arrepentimientos. En realidad, mantenerse en la zona de confort te limita porque no te permite descubrir nada nuevo. De esta forma, es posible que mueras un poco cada día. De hecho, recuerda que la vida comienza donde termina tu zona de confort.

Sin embargo, existe un círculo mucho más grande, compuesto por las cosas que no conoces, por tus sueños, los desconocidos, los lugares nuevos… Es el círculo del aprendizaje. De hecho, solo crecemos cuando somos capaces de dar el salto a ese círculo, de manera que nuestro pequeño círculo se amplíe cada vez más.

A muchas personas dar ese salto les asusta demasiado, porque no saben qué encontrarán en ese otro círculo, de manera que ponen en práctica un mecanismo de autosabotaje, para mantenerse en su zona de confort y no verse obligadas a salir.

Las mentiras que nos contamos para no salir de la zona de confort

1. “No tengo por qué hacerlo”

Es cierto, no hay nadie que te empuje fuera de tu zona de confort, no es obligatorio que salgas, pero si te quedas dentro, no crecerás. Recuerda que no creces simplemente porque pasen los años, sino por los retos que enfrentas. Cuando piensas en un proyecto que representa un gran desafío y de repente tu voz interior te dice que no tienes por qué hacerlo, en realidad lo que estás expresando es una resistencia al cambio, porque una parte de ti desea que te mantengas dentro de los límites de lo conocido. Sin embargo, cuando vuelvas a pensar que no tienes motivos para emprender algo nuevo, recuerda que el simple hecho de crecer y descubrir, son razones más que suficientes.

2. “No es el momento adecuado”

En muy pocas ocasiones se dan las condiciones perfectas para emprender algo, pero ir en pos de un sueño significa luchar contra viento y marea, creando las condiciones a lo largo del camino. Cuando te dices a ti mismo que no es el momento adecuado, está hablando el miedo, probablemente un intenso miedo al fracaso que te inocularon desde la infancia. Por supuesto, no se trata de lanzarse a la aventura sin valorar los pros y los contras pero si queremos lograr realmente algo en la vida, debemos ser conscientes de que no podemos quedarnos parados, necesitamos ir dando pequeños pasos. Y mientras antes comencemos a andar, mejor.

3. “Comenzaré cuando…”

Se trata de una de las excusas más comunes para quedarnos a salvo en nuestra zona de confort. En práctica, es el autoengaño perfecto porque no estamos renunciando al sueño o el proyecto que tenemos en mente, sino tan solo aplazándolo, hasta que se produzca determinada situación. El problema es que esta excusa nos lleva directamente a la procrastinación, por lo que es probable que cuando la condición que demandamos se cumpla, pongamos otra, y luego otra más. De esta forma logramos mantener viva la esperanza pero, a la vez, no tenemos que esforzarnos para hacer ese sueño realidad. Por eso, aunque no estén todas las condiciones creadas, simplemente ve dando pequeños pasos, no esperes demasiado porque la vida es muy corta.

4. “No es para mí”

Básicamente, detrás de esta frase se esconde la idea de que no somos lo suficientemente buenos o capaces. Se trata de la excusa perfecta para las personas inseguras y que tienen una baja autoestima. También es una excusa que utilizan las personas que tienen miedo del mundo y se cierran a las nuevas experiencias. En todo caso, no podrás saber si una cosa realmente te gusta o no hasta que no la pruebes. De hecho, es probable que en más de una ocasión hayas pensado que algo no estaba hecho para ti pero después de probarlo, has llegado a amarlo o incluso te has aficionado. Por tanto, no te cierres nunca a las nuevas experiencias ni te limites como persona. Es lo peor que podrías hacer.

5. “No sé cómo hacerlo”

Las cosas nuevas pueden atemorizar, por eso una de las excusas que inventamos para permanecer en nuestra zona de confort consiste en decirnos que no sabemos cómo enfrentar el reto. Podemos pensar que no tenemos las habilidades necesarias o que nunca las podremos desarrollar. Sin embargo, recuerda que cuando tienes un “qué”, los “cómos” llegan solos. Es cierto que para emprender determinados proyectos se requiere una preparación pero eso no implica que no puedas hacerlo, tan solo significa que te llevará más tiempo o que necesitarás a una persona que te ayude. Ninguna destreza surge de la nada, todas esconden en su base mucha pasión y esfuerzo.

Como colofón, ten siempre en mente lo que decía Nelson Mandela: “Imposible es todo aquello que no se intenta”.

jueves, mayo 22, 2014

SEIS MANERAS DE SABER SI ALGUIEN NOS ESTA MINTIENDO


© Deviantart.com / wabea


Tres exagentes de la CIA destilan sus habilidades profesionales en el libro 'Espía la mentira', donde revelan, entre otras cosas, seis señales que una persona nos da inconscientemente para detectar si nos está mintiendo.


Saber detectar si alguien nos miente es una habilidad muy útil tanto en la vida profesional como en la personal, consideran Philip Houston, Michael Floyd y Susan Carnicero, los autores del libro. A continuación les presentamos un resumen que, con la práctica, le ayudará a saber si un colega, su hijo o su pareja le está diciendo la verdad.

1. Pausa conductual o retraso
Cuando usted le hace una pregunta a una persona es muy importante prestar especial atención a la pausa que hace antes de contestar, ya que esos segundos son un indicador para saber si la persona va a mentir o a decir la verdad. Aunque esta pausa conductual depende de muchos factores, con la práctica le podría ayudar a detectar mentiras.

Los autores plantean el siguiente ejercicio: preguntar a un amigo sobre lo qué hacía él en esta fecha hace siete años. Sin duda, su amigo hará una pausa antes de responder y es probable que sea incapaz de ofrecerle una respuesta. Después pregúntele si en esta fecha, hace siete años, lo asaltaron en una gasolinera. Lo más probable es que no haya pausa y que su amigo responda inmediatamente: "¡No!".

2. Desconexión verbal / no verbal
Nuestro cerebro está diseñado de tal manera que hace que nuestro comportamiento verbal y no verbal coincida de forma natural. Así que cuando hay una desconexión se puede considerar que existe un indicador engañoso potencial. Una desconexión verbal / no verbal común que se debe tener en cuenta es cuando una persona asiente afirmativamente mientras dice "no", o gira la cabeza de lado a lado mientras dice "sí". Una persona que intente engañarle puede cometer este error sin siquiera pensar en ello.

No obstante, hay un par de advertencias a este indicador: la cabeza de una persona puede hacer un movimiento de inclinación cuando dice "no", algo que en algunas ocasiones refleja un simple énfasis; y en segundo lugar, es importante tener en cuenta que en algunas culturas, un movimiento de la cabeza de lado a lado no significa "no", y viceversa.

3. Ocultar la boca o los ojos
Intentar ocultar la boca o los ojos puede ser un indicador de que se está también ocultando la verdad, por lo que hay que prestar atención a si la mano de una persona pasa delante de su boca mientras está respondiendo a una pregunta. Del mismo modo, si una persona protege sus ojos mientras está respondiendo a una pregunta, lo que bien podría estar indicando, en un nivel subconsciente, es que no puede soportar ver la reacción a la mentira que está diciendo. Este blindaje se puede realizar con una mano, o la persona podría incluso cerrar los ojos. Los ex-expertos de la CIA apuntan que este indicador no se refiere al parpadeo, pero sí aconsejan fijarse en si una persona cierra sus ojos al tiempo que responde a una pregunta, pues, según ellos, es un indicador de mentira

4. El carraspeo
Si una persona se aclara la garganta antes de responder a la pregunta, es un problema potencial. Si lo hace después de responder, no es significativo, pero si lo hace antes de responder, algo puede estar pasando. Podría estar haciendo el equivalente no verbal de lo verbal "lo juro por Dios...", es decir, viste a la mentira con su mejor traje antes de presentárnosla. Hay que notar también si la pregunta podría haber creado un aumento en la ansiedad, que puede causar incomodidad o sequedad en la boca y la garganta.

5. Manos por la cara
Es necesario observar lo que una persona hace con su rostro o con la cabeza al tratar de responder una pregunta. Es posible que se muerda o se pase la lengua por los labios, o se toque con las manos los labios u orejas. Esto indica que la pregunta ha creado un aumento en la ansiedad por mentir por lo que el sistema nervioso se activa para disipar esa ansiedad, drenando sangre de las superficies de la cara, las orejas y las extremidades, lo que, a su vez, puede crear una sensación de frío o picazón. Sin que la persona ni siquiera se dé cuenta, sus manos se sentirán atraídas hacia esas áreas. Un indicador que nos advierte de que algo no va tan bien.

6. Gestos
Al responder a una pregunta un hombre mentiroso podría ajustarse la corbata o los puños de la camisa, o tal vez las gafas. Una mujer falsa podría ponerse algunos mechones de pelo detrás de la oreja o enderezarse su falda. También pueden secarse el sudor de la frente cuando responden a una pregunta. Muchas veces cuando uno hace una pregunta, nuestro interlocutor mentiroso de repente nota que el teléfono no se enciende de la manera correcta, el vaso de agua está demasiado cerca, o el lápiz no está en el lugar correcto.

Texto completo en: http://actualidad.rt.com/sociedad/view/128708-agentes-cia-seis-maneras-detectar-mentir