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jueves, diciembre 22, 2016

¿Sigo con mi pareja o me separo de ella?



¿Sigo con mi pareja o me separo? Es una pregunta que muchas veces escuchamos los terapeutas de las parejas cuya relación atraviesa por una crisis. Y realmente tu terapeuta no puede responderte a esta pregunta, la respuesta está en ti. Tú has de asumir la responsabilidad de tomar una decisión.

Nosotros como terapeutas te ayudamos a tener claridad, para tomar esa decisión, no la tomamos por ti, es tu vida. Parece una verdad de Perogrullo, pero pasan cosas: una paciente cierta vez me dijo: mi marido me insultaba, me daba pata, me metió un revolver en la boca y nunca ningún terapeuta me dijo que me separara, quedé atónita. Cuando me consultó, estaba atravesando por una situación difícil con su nueva pareja, necesitaba tomar una decisión, entonces le respondí, tampoco yo voy a tomar las decisiones por ti, tú las debes tomar y asumir las consecuencias.  


No obstante, lo anterior, si tu relación de pareja está atravesando por un momento de dificultad y de crisis, algo que es normal que aparezca en la relación de pareja después del enamoramiento, pregúntate y pregunta a tu pareja: ¿Qué es lo que quieres? Y más allá: ¿qué es lo que quiere tu yo más profundo? Con la información de ambos tienes claridad sobre lo que valoran y de acuerdo a ello actuar en consecuencia. 

Seguir leyendo: http://lmhoyosduque.com/sigo-pareja-me-separo-2/

lunes, diciembre 21, 2015

LOS TRAUMAS INFANTILES CAMBIAN EL CEREBRO Y PREDISPONEN A LA VIOLENCIA


Un equipo de investigadores de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL), dirigido por la profesora Carmen Sandi, miembro de los Centros Nacionales SYNAPSY, ha demostrado por primera vez una correlación entre el trauma psicológico y cambios concretos en el cerebro, a su vez vinculados con el comportamiento agresivo.

En ratas, la experiencia de un trauma pre-adolescente produce un comportamiento agresivo acompañado por cambios estructurales y funcionales del cerebro, los mismos observados en seres humanos violentos. En otras palabras, las heridas psicológicas sufridas en la infancia dejan una huella biológica duradera, que persiste en el cerebro adulto. Los resultados de esta investigación han aparecido publicados en el número de enero de la revista Translational Psychiatry. “Esta investigación demuestra que las personas expuestas a un trauma en la niñez no sólo sufren psicológicamente, sino que además padecen alteraciones cerebrales”.

“Esto añade una dimensión adicional a las consecuencias del abuso, y obviamente tiene implicaciones científicas, terapéuticas y sociales” Añade la investigadora en un comunicado de la EPFL. Los investigadores consiguieron desentrañar las bases biológicas de la violencia estudiando a un grupo de ratas macho, que fueron expuestas a situaciones psicológicamente estresantes durante su juventud. Después de observar que estas experiencias llevaron a las ratas a un comportamiento agresivo en la edad adulta, los científicos examinaron lo que ocurría en el cerebro de estos animales, con el fin de determinar si el período traumático había dejado o no una huella duradera.

“En una situación social difícil, la corteza orbitofrontal de un individuo sano se activa, con el fin de inhibir los impulsos agresivos y de mantener una interacción normal”, explica Sandi.
“Pero en las ratas que estudiamos, nos dimos cuenta de que había muy poca activación de la corteza orbitofrontal. Esto, a su vez, redujo su capacidad para moderar sus impulsos negativos. Además, esta reducción de la activación vino acompañada por la sobreactivación de la amígdala, una región del cerebro que está implicada en las reacciones emocionales”.

“Otros investigadores especializados en el estudio del cerebro de los humanos violentos ya habían observado el mismo déficit en la activación orbitofrontal, así como la misma y simultánea inhibición reducida de los impulsos agresivos. Es asombroso; no esperábamos encontrar estos niveles de similitud”, afirma Sandi.
Los antidepresivos y la plasticidad cerebral

Los científicos también midieron los cambios en la expresión de ciertos genes en el cerebro. Se centraron en los genes que se sabe están involucrados en comportamientos agresivos, para los que existen polimorfismos (variantes genéticas) que predisponen a sus portadores a una actitud agresiva. Se analizó si el estrés psicológico experimentado por las ratas causaba una modificación en la expresión de estos genes.

“Hemos descubierto que el nivel de expresión del gen MAOA aumentó en la corteza prefrontal”, explica la investigadora. Esta alteración fue vinculada a un cambio epigenético; en otras palabras, la experiencia traumática terminó provocando una modificación a largo plazo de la expresión de este gen.

Finalmente, los investigadores trataron de ver si un inhibidor del gen MAOA, en este caso un antidepresivo, podía revertir el aumento en el comportamiento agresivo de las ratas, inducido por el estrés juvenil. El tratamiento fue eficaz. El equipo concentrará ahora sus esfuerzos en tratar de entender mejor estos mecanismos, en explorar si existe un tratamiento que pudiera revertir estos cambios en el cerebro y, sobre todo, en tratar de arrojar luz sobre el efecto de la composición genética en la vulnerabilidad hacia el desarrollo de la agresividad.

Por otra parte, “esta investigación también podría revelar la capacidad de los antidepresivos de renovar la plasticidad cerebral”, concluye Sandi.


Fuente: Translational Psychiatry - Peripuberty stress leads to abnormal aggression, altered amygdala and orbitofrontal reactivity and increased prefrontal MAOA gene expression.

jueves, septiembre 03, 2015

NINGUN ACCIDENTE ES ACCIDENTAL. Alejandro Jodorowsky

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Tras un accidente, es frecuente que nos asalten preguntas como: ¿Por qué a mí? ¿Por qué ahora? ¿Por qué así?

¿Por qué en este lugar? ¿Por qué estas consecuencias?

Partimos de cuatro premisas fundamentales:

*Nada sucede por azar
*La realidad es un espejo de lo que sucede en nuestro interior
*Cualquier acontecimiento viene a enseñarnos algo
*Todo es para bien

Entendemos como accidente un suceso no previsto, algo fortuito producto de la mala suerte. Pero lo cierto es que un accidente es muy similar a una enfermedad, un medio que nuestro “yo interior o nuestro inconsciente, utiliza para comunicarse cuando mantenemos el resto de los canales alternativos desconectados.

Es cierto que no buscamos los accidentes, como tampoco buscamos las enfermedades; sin embargo, debemos ser conscientes de nuestra responsabilidad en aquello que nos sucede.

Todo lo que nos ocurre tiene mucho que ver con nosotros.

El accidente suele ser sinónimo de culpabilidad. Está conectado con mis culpabilidades, con mi modo de pensar y con mi funcionamiento en la sociedad. También denota cierta reacción hacía la autoridad, incluso varios aspectos de la violencia. Puede suceder que tenga dificultad en afirmarme frente a esta autoridad, a hablar de mis necesidades, mis puntos de vista, etc. Entonces “me hago violencia” a mí – mismo.

El accidente indica una necesidad directa e inmediata de pasar a la acción. La necesidad inconsciente de cambio es tan grande que el pensamiento usa de una situación extrema, incluso dramática para que tome consciencia que debo probablemente cambiar la dirección que actualmente estoy tomando. Es una forma de auto – castigo consciente o inconsciente.
La parte del cuerpo herida durante el accidente habitualmente ya está enferma o debilitada, bien por una enfermedad, una dolencia, un corte, una quemadura o cualquier predisposición a los accidentes.
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El accidente me permite observar esta debilidad haciéndola subir a la superficie. El accidente también es mi incapacidad a verme y a aceptarme tal como soy. Ya que soy responsable al 100% de mis actos y de mi vida entera, puedo explicarme más por qué me he atraído tal forma de accidente.

¿Atraído? Sí, porque todo esto viene de mis pensamientos más profundos, de mis “patrones” (esquemas de pensamiento que hacen que se repitan acontecimientos en mi vida) o esquemas de pensamiento de infancia. Es muy posible que me atraiga castigos si, hoy, tengo la sensación de hacer algo que no está bien. Exactamente como en mi infancia; me castigaban cuando hacia algo que no era correcto. Está esto grabado en mi mental y es tiempo de cambiar mi actitud. El lado “moral” del ser humano lo lleva a castigarse si se siente culpable, de aquí el dolor, las aflicciones y los accidentes.

Es capital saber que puedo sentirme culpable en una situación cualquiera si sé, que hago daño a otra persona. En todas las demás situaciones, soy responsable pero no culpable. Debo recordarme que soy mi propia autoridad (en el sentido de individuo). Necesito tomar mi lugar en el universo. Debo cesar de hacerme violencia.

El accidente está vinculado a la culpabilidad y ésta, al miedo con relación a una situación. El miedo a no estar correcto se percibe frecuentemente bajo el aspecto de la culpabilidad en vez del de la responsabilidad. Frecuentemente el accidente me obliga a cesar o frenar mis actividades. Sigue algún período de planteamiento. Manteniéndome abierto y objetivo con relación a mí – mismo, descubriré rápidamente la o las razones de dicho accidente. ¿Perdí el control de la situación? ¿Es para mí el momento de cambiar de orientación? ¿Tengo dificultad en escuchar los signos interiores o mi intuición, de tal modo que me atraigo un signo radical en el plano físico? ¿Observé cómo se produjo el accidente?

¿Cuál era mi estado antes y después? Es muy importante volver a ver las condiciones que rodean el accidente; analizo las palabras usadas y tomo consciencia que ponen en evidencia lo que vivo en el momento del accidente. Observo todos los signos y símbolos de esta situación (accidente) y escucho mi voz interior para encontrar una solución que me evitará probablemente empeorar todo esto.

La predisposición a los accidentes es un estado que se produce durante una relación conflictual con la realidad, la incapacidad de estar plenamente presente y consciente del universo tal y como se presenta a mí. Es como si quisiera estar en otro lugar. Estoy desconectado de lo que sucede alrededor mío, quizás porque encuentro mi realidad inaceptable o difícil de vivir. Necesito estar mejor conectado sobre mí – mismo para descubrir mi seguridad y mi confianza interiores.

Hay accidentes en los que somos agredidos…simplemente porque pasábamos por allí en el momento inadecuado.
El tema de la agresividad descontrolada también tiene mucho que ver con los accidentes. Si creemos que la violencia solucionará nuestros problemas, actuamos como un imán que atrae la agresividad hacia nosotros.

¿Qué podemos aprender de cualquier accidente?
En todos los casos de accidentes: de tráfico, domésticos, laborales, etc. lo primero que debemos buscar es el mensaje que nos transmite, para solucionarlo de manera consciente y evitar su repetición. El accidente es como una señal que nos obliga a mirar en nuestro interior.

Pequeñas cosas en las que no nos paramos a pensar, como una quemadura mientras cocinamos o un pequeño corte en un dedo mientras cortamos verduras, los golpes en nuestro coche o una avería de un electrodoméstico nos aportan información valiosa sobre lo que pasa en nuestro interior.

Podemos y debemos hacernos preguntas:
¿Qué me quiere advertir este accidente?
¿Qué aspecto de mi vida debo transformar?
¿A qué cambio de comportamiento me estoy resistiendo?
¿Tuve la intención de hacer daño a alguien?

Y cuando el accidente queda en un serio aviso, ¿qué me indica?
Que debería cambiar mi estilo de vida. O puede que acabe en el hospital con varias fracturas y gano tiempo para reflexionar, se convierte en una enfermedad con su tiempo de convalecencia. El inconsciente me obliga a ser más flexible en el futuro (para evitar las fracturas)

En algunas ocasiones detrás de un accidente hay una incapacidad para hacerse valer, una rebelión contra la autoridad mal conducida o la creencia en las virtudes de la violencia.

Visto desde la psicogenealógia, los accidentes graves, son intentos de suicidio con más o menos fortuna.

¿Qué pautas se pueden seguir respecto a los accidentes?
A) Si el accidente ya ocurrió, hay que intentar leer su mensaje, para elevar a la consciencia el mensaje sanador que con él nos llega.

B) Si tememos tener un accidente o alguien nos maldice o nos vaticina que lo tendremos, el cerebro se programará para que suceda y lo atraeremos sin querer. En estos casos es mejor realizarlo de manera metafórica, el inconsciente entiende la metáfora y es como si ya se hubiese cumplido lo que tememos o lo que “debía” de pasar.

C) Para evitar accidentes:

Cambiar culpabilidad por responsabilidad.
No juzgarnos.

Canalizar la rabia y la agresividad hacia nosotros mismos con grandes dosis de creatividad.

Canalizar la agresividad y la rabia hacia los otros mediante la confrontación.

Fuentes: Alejandro Jodorowsky, diccionario Jacques Martel

http://gemmapitarch.com/2013/06/06/accidentes/