miércoles, septiembre 11, 2013

EL RETORNO A LA INOCENCIA - ARI SHEMOTH



El retorno a la inocencia comienza por la toma de conciencia de nuestro resentir más profundo. Ese que nos traumatizo siendo unos niños y que seguimos sin expresar en nuestra vida adulta. Llevamos encima el dolor que nos produjo la falta de reconocimiento, de rechazo y abandono. La herida que llevamos por sentirnos separados duele mucho. Buscamos encontrar paz y amor, devoción y unión. De todo eso quisiéramos inundar nuestro sentir.

Pero algo fallo en nuestra familia. Nuestros ojos inocentes siguen sin entender el porqué. Por tanto llevamos en la memoria emocional todas esas vivencias no gratas. La vida es un gran acontecimiento. Tu nacimiento fue algo grandioso. Cada familia es un tesoro. ¿Por qué entonces tanta desintegración, resentimiento y dolor?... la respuesta se encuentra en el sentir profundo de cada quien. Me refiero a nuestro niño interno.

¿Cómo podemos sanarlo?... Existen varias capas de dolor que esconden el resentir profundo. Desde el sentir trata de hallar aquello que te impacto más y exprésalo para liberar tu tensión. Ahora pon tu atención en ese adulto que tienes enfrente. Es un disfraz lo que percibes, existe algo que haya escondido en ese traje. ¿Lo ves?... se trata de otro niño tan aterrorizado como tú, que tampoco entiende nada. Por eso se volvió hostil.

Dile que lo comprendes y perdonas por el dolor que te causo. Ahora invítale a jugar. Exprésale que tu también te sientes sola(o), pero que si juegan juntos se tendrán el uno al otro. Acércate, y pídele permiso para tomar su mano. No la sueltes, siente su presencia y ahora sálganse de ese lugar frío y oscuro para jugar en el campo. Sientan el calor de la vida que les abraza. Es hermoso, tienen muchas cosas con que entretenerse y por las cuales sonreír.

Nadie deja de ser un niño en toda su vida. Quienes se reprimen, es porque esconden un gran dolor que los vuelve agresivos y desconsiderados. Solo tratan de sobrevivir y defenderse de lo que no han entendido. Ahora que lo sabes pídeles perdón por haberlos juzgado y alejado, abrázalos, basta con que lo sientas desde tu interior sin no lo puedes hacer físicamente. Míralos, y exprésales que los comprendes, que los aceptas, que reconoces e integras totalmente como son sin pretenderlos cambiar. Todos ellos son tu familia. Muchas gracias por hacer la paz.

© Ari Shemoth

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