Alina, una joven inteligente y vivaz a quien atiendo desde hace varios meses, vino este martes con una petición definitiva:
"Ayúdame a quitar el sentimiento de culpa que me embarga cuando dejo mi trabajo y me pongo a hacer otra cosa."
En sesiones anteriores, habíamos trabajado la importancia de enfocarse en ella misma, pues con frecuencia las demandas del trabajo la absorben por completo, llevándola a jornadas de sol a sol, desde las 7 de la mañana hasta las 10, 11 o incluso 12 de la noche. Así que hablamos de la necesidad de darse prioridad, hacer pausas y encontrar un equilibrio entre su vida laboral, social y personal.
Le pregunté:
—Y cuando dejas tu trabajo, ¿qué haces?
Con una sonrisa, me respondió:
—Me compré toda la saga de Orgullo y prejuicio y sus secuelas, y me la estoy leyendo en inglés.
Alina está haciendo un ejercicio cognitivo poderoso y completo. La lectura involucra múltiples funciones del cerebro:
Fortalece su capacidad de atención, al mantener el enfoque sostenido.
Mejora su memoria de trabajo (retención de información reciente) y su memoria a largo plazo.
Aumenta la velocidad de procesamiento, lo que le ayuda en la toma de decisiones y el aprendizaje.
Activa su creatividad e imaginación.
Expande su vocabulario, mejora su gramática y entrena su expresión oral y escrita.
Además, su lectura tiene un plus: lo está haciendo en inglés, lo que potencia su neuro plasticidad y le brinda mayor confianza y autonomía en el idioma.
Si alguna vez te has sentido culpable por hacer locha, pereza o simplemente tomarte un descanso, te cuento que hacerlo con moderación y equilibrio tiene ventajas:
Favorece la creatividad.
Reduce el estrés y ayuda a consolidar la información.
Evita el agotamiento y facilita la recuperación muscular.
Permite reconectar contigo mismo y mejorar tu estado de ánimo.
La clave está en el equilibrio. Un poco de locha puede ser productivo si se usa para recuperar energía y estimular la creatividad. Pero si se convierte en un escape constante de los compromisos, puede transformarse en un enemigo silencioso: la procrastinación.
Así que recuerda: hacer pereza de vez en cuando es un lujo necesario.