¿Dónde aprendimos esa manía de postergar la felicidad y
trastearla para el momento siguiente? La
ponemos allá, un poco o mucho más lejos de donde nos
encontramos. No en el aquí y en el ahora
que es donde está.
En el colegio pensamos que la felicidad vendrá cuando
iniciemos nuestro pregrado. Luego que la felicidad vendrá cuando consigamos una
pareja maravillosa, alguien que nos ame, nos haga reír y nos lleve al cielo. La
pareja llega, vivimos unos momentos mágicos pero pensamos que tendremos la felicidad
plena y total cuando lleguen los niños,
cuando haga la especialización, el máster, el doctorado, cuando viaje a las
islas griegas. Cuando lleguen los nietos, cuando me retire, cuando…
Perdemos de vista que la felicidad es un camino y no una estación a la cual se llega. Hoy observemos
nuestra vida y démonos cuenta de esas pequeñas y grandes cosas que nos traen felicidad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario