jueves, octubre 29, 2015

¿Quieres rejuvenecer? Perdona


Fácil decirlo, quizá no tan fácil hacerlo. Conocer las bondades extraordinarias que otorga el perdón, abre el camino para soltar esos dolores de antaño, esas viejas heridas que siguen sangrando.

Para recibir los beneficios y la curación verdadera del perdón, éste ha de nacer de una genuina y autentica intención de soltar el pasado, no funciona un “discúlpame”, o por adoptar la postura política correcta.

Estuve compartiendo con el talento humano de Productos Familia por una larga temporada, dictando una serie de talleres en torno mejorar la calidad de vida. Inicié mi experiencia con los chicos que atendían las grandes superficies. Recibí el reporte del perfil de los asistentes: 80% mujeres, estratos 3,4, 5, 70% solteros, edades: entre los 20 y los 25 años.

Frente al grupo, una chica, Taliana, llamó poderosamente mi atención, no parecía ajustarse al grupo, su rostro amargado lucia como un puño, le calculé 45 años.

Trabajamos los diferentes temas sin sobresalto alguno, pero al momento de adentrarnos en la experiencia del perdón, de que es un regalo para quien lo otorga, no una concesión para el otro, ni un aceptar sus actuaciones, Taliana alzó la voz y me increpó

—Habla muy fácil del perdón porque no ha vivido lo que yo.

— ¿Qué no he vivido Taliana?

— A los cinco años me tocó ver a cinco hombres picando a machetazos a mi papá.

Quedé pasmada, sin habla. Taliana continúo:

— Todos los días pienso en esos desgraciados, y todos los días los odio, no puedo olvidarlo, así recuerdo la última vez que vi a papá. Un despojo en el suelo, bañado en sangre, y yo ¿qué podía hacer yo?, ¿qué puede hacer una niña de cinco años, ¿usted es capaz de perdonar algo así?

Muchas veces no perdonamos, no soltamos la experiencia dolorosa porque de alguna manera pensamos que nos protegemos de que nos vuelvan a dañar. Es una especie de salvoconducto, una factura que le pasamos a la vida para no confiar.

Algunos dicen “perdono pero no olvido”, es decir aquí lo tengo bien fresquito para que no me cojan desprevenido. Esta postura y la de Taliana, al único que daña, es a quien experimenta ese sentimiento. Cuando resentimos y odiamos, estamos literalmente en una cárcel, atados con grilletes a quien resentimos. Le hacemos un tributo, entregándole toda nuestra energía y fuerza, mientras el otro, ni siquiera nos hace en el mundo.

Cuando perdonas sales de una cárcel, concluyes una lucha interna, te permite soltar la ira y la culpa, te permites disfrutar más de la vida conectado a tu verdadera esencia, el amor.

El perdón trae una transformación profunda a nivel interno y externo, ¡es impresionante!

La sinergia del grupo logró conectar a Taliana, quien se dio permiso para soltar, para dejar ir. Seis meses después me la encontré, en un taller para madres de trabajadores de Productos Familia, casi no la reconozco, lucia renacida, todo su ser esplendía una fragancia nueva, fluía en el encanto de sus 21 años. Nos abrazamos, no era necesario hablar, todo su ser hablaba a gritos. 

Ps. Luz Marina Hoyos Duque




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