Conseguir la felicidad, esa es la propuesta de Tal Ben Shahar un experto en psicología positiva que actualmente imparte una catedra en la universidad de Harvard “la Ciencia de la Felicidad” y cuyo impacto ha hecho que los ojos del mundo giren allí para saber de qué se trata.
Tal Ben Shahar hace propuestas que quizá impacten a la mente racional por su simpleza, pues nuestra mente materialista búscalo complejo, poder exclamar ante algo “!que interesante”, nada más alejado de la Ciencia de la Felicidad.
Ponte en primera fila y te daré mi lectura sobre algunas de las señales que imparte este experto. Se trata de introducir hábitos nuevos y practicar, práctica y practicar.
1. ¿Qué me hace feliz? Un primer paso es preguntarte que es lo que te hace feliz, cuáles acciones, cuáles actitudes te llenan de contento. No caer en el simplismo de “eso ya lo sé”, NO, toma papel y lápiz, pregúntate y escribe, aterriza en el papel, te llevaras sorpresas.
2. Ten en cuenta el plazo. Sí, a veces hacemos cosas que nos generan arrepentimiento. El que está pasado de kilos se va a la tienda de helados y se compra una banana Split, se la disfruta al máximo, luego tiene una sensación de culpa terrible, ¿valió la pena? En el corto plazo te dio contento, pero qué pasa en el largo plazo.
3. La felicidad no es una meta: hay una frase de Rumi que me encanta y que resume esta clave, “la felicidad no es una estación a la cual se llega sino la forma en la cual viajamos”. Pensamos la felicidad desde la inmediatez, hago esto y me hará feliz, habré llegado, pero no, la felicidad se compone de momentos, a veces felices, a veces tristes, a veces fáciles, a veces difíciles y retadores, ¿de cuáles momentos aprendes más?
4. Pequeños placeres: saca tiempo para darte pequeños mimos, darte gusto en eso que te produce un gran placer. Mi pequeño placer es ir a que me den un buen masaje, lo disfruto montones. Es una danza de los sentidos, me conecta con mi canal perceptual preferente, soy kinestésica, me siento acariciada por todo el cuerpo, disfruto de la fragancia de los aromas, escucho música que me transporta y me permite sentir mi conexión con la fuente divina y disfruto de una deliciosa bebida al concluir. Definitivamente salgo renovada y feliz.
5. Agradece: ¡nos quejamos tanto! Qué tal si en lugar de quejarnos agradecemos. Al concluir la jornada, antes de acostarte, escribe tres, cuatro, cinco cosas por las cuales tienes que agradecer. Aunque haya cosas desagradables, dale prevalencia a las positivas, tu vida tendrá un nuevo color.
6. Perspectiva: aquí la propuesta es un ejercicio de imaginación creativa, imagínate con 110 años y en situación dialoga con el joven que hoy eres, sobre tus problemas, de qué te das cuenta, qué es realmente lo que tiene importancia.
7. Sí al miedo, la rabia, la ansiedad y la tristeza: muchas veces he hablado de ello, nada de ser el súper positivo, la súper contenta, nada, tienes derecho a dar salida a esas emociones que no tienen muy buen cartel. El mar a veces está turbulento, furioso… otras sereno…, apacible… ¿pierde por ello su belleza?
8. simplifica: a veces asumimos demasiadas responsabilidades: con los amigos, con la familia, con la pareja, con el colegio de los niños, con el trabajo, con… esa avalancha de cosas nos pone a vivir a las carreras, nada nos llena y corremos el riesgo de perder el disfrute, esa magia que teníamos cuando niños, que disfrutábamos con lo más elemental y con asombro.
Espera la siguiente entrega.
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