martes, agosto 27, 2013

De las depresiones




La depresión es una enfermedad que aqueja al mundo actual. En nuestro país -Chile-, una de cada tres consultas en servicios públicos son por síntomas relacionados con la depresión y el 7% de la población la padece; en Estados Unidos el 25% de los ciudadanos la ha tenido en algún momento de su vida; en Italia un estudio del año 2003 reveló que el 70% de las mujeres sufría de ese mal.
La depresión es “normal” cuando es producto de un hecho objetivo, por ejemplo, la pérdida de un ser querido; no lo es, cuando no tiene objeto, es decir, cuando no se distingue la razón por la cual se está deprimido. La depresión es una enfermedad que se enmascara de diversas formas. Para diagnosticarla se exige que estén presente, prácticamente todos los días, al menos cinco de nueve síntomas: 1) estado de ánimo depresivo –triste, vacío, en algún caso, irritable-; 2) desinterés o incapacidad de placer; 3) pérdida o aumento de peso en más del 5% en un mes; 4) insomnio o hipersomnia; 5) agitación o enlentecimiento psicomotor; 6) fatiga o pérdida de energía; 7) sentimiento de inutilidad o culpa; 8) disminución de capacidad para pensar, concentrarse o decidir; 9) pensamientos suicidas.
Según mi experiencia, “el sentimiento de muerte” es definitivo para su diagnóstico, en depresiones severas. ¿Qué es el sentimiento de muerte?. Es tener la sensación de que las personas que a uno le rodean no están realmente vivas. Es tener la sensación de que uno podría en realidad estar muerto y estar engañándose a si mismo, pensando ilusamente que está vivo –sin estarlo-. Este sentimiento es muy potente y, lamentablemente, pudiera inducir a que quien padece de depresión no se sienta con posibilidad de consultar… porque ¿a quién se consulta cuando el mundo circundante está muerto?

A mi parecer, el “problema de la muerte” es un “problema” desencadenado por la falta de “lo femenino”. No se trata de que la persona –si es mujer- no sea femenina; se trata de que esa persona no puede ejercer su femenino en la vida que está llevando. Se trata de que esa persona no observa nada que sea “femenino” a su alrededor… y reitero, no se trata de que no vea mujeres, sino el “elemento” femenino, en lo que éste propiamente es. (Para comprender mejor el sentido del concepto pueden revisarle escritos de C.G.Jung y analistas junguianos: lo femenino; el santo grial o el eterno femenino; concepto de alma, en contraposición al espíritu)

Lo femenino está radicado en el alma, así como lo masculino está radicado en el espíritu. Lo femenino tiene que ver con la vida, así como lo masculino tiene que ver con el conocimiento. La vida y lo femenino están relacionados con los sentimientos, con las relaciones interpersonales, con el diálogo, con los otros y con el encuentro, con los procesos internos. Está directamente vinculado con el amor, porque el amor es el encuentro con el otro; el amor es lazo de unión con los otros. Lo femenino y las mujeres –ahora fijo un poco más el concepto- son las que “tejen los lazos” y las que “tejen los tejidos”; las mujeres son las madres que “tejen los cordones umbilicales” para cada hijo… y los “cordones umbilicales son tejidos con poderes regenerativos”, según ha descubierto la medicina a través de las células madres… nuevamente femeninas. Por lo tanto, el amor tiene poder regenerativo ¡!


La depresión tiene que ver con este concepto, con el amor, con lo femenino, con los sentimientos. Cuando hay depresión hay estas carencias, en la persona misma o en su alrededor –según la percepción de la persona que está deprimida-. Y esto significa que la depresión, cuando no puede ser tratada a través de medicamentos, es un proceso que se lleva a cabo –se trata- en el interior de quien la sufre… -como un proceso alquímico; como la preparación de un brebaje-… y que consiste en reestablecer los lazos que se han roto. (Es por esta razón que se producen las depresiones post parto… porque las madres, para que sus hijos nazcan, deben romper simbólicamente esos lazos… -deben romper el cordón umbilical-… tejidos por el amor del día a día durante los nueve meses de embarazo)


Ahora bien, dado que las funciones psíquicas están dispuestas en forma de cruz, dejando en polaridad el “sentimiento” con el “pensamiento” (y la “sensación” con la “intuición”), cuando el sentimiento está herido, como en este caso, deberá ser acogido con amor –si aquello es posible de ser hecho- personal, familiar, conyugal, de amistad u otra forma. Eso querrá decir que la depresión se sana con amor. Sin embargo, cuando esa depresión es severa y patológica, lo que deberá buscarse es relegar los sentimientos -a fin de que no perturben también severamente la vida de quien se encuentra deprimido- a un segundo plano,dando entrada a su función opuesta, esto es al pensamiento.


Cuando la depresión es profunda, la persona no tendrá energía para salir de su estado, más aún si no encuentra un sentido por el cual buscar una salida. Cuando no hay esperanza de vida, como en este caso, debe imponerse la propia voluntad, la de la persona que se encuentra deprimida. La tarea del terapeuta es tejer con el paciente un nuevo lazo y un nuevo camino para ser probado. La tarea del terapeuta es caminar con el paciente por esos nuevos senderos, acompañarlo en su ruta por el tiempo que sea necesario para asegurarse que desde entonces, esa persona pueda luego seguir su camino sola.

Estas vivencias son sacrificadas y lentas, porque así son las construcciones internas. Primero hay que estudiar dónde se quiere ir, luego analizar las direcciones posibles y los destinos hacia los que conduce cada cual. Después hay que diseñar y calcular. Por último, elaborar y caminar. Las depresiones severas tardan en recuperarse; son verdaderos procesos alquímicos que ocurren al interior de los sujetos que seleccionan y con los que continúan evolucionando la humanidad.


Las depresiones son caminos dolorosos…. pero... conducen sin duda hacia una vida mejor.

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