domingo, noviembre 30, 2008

Cuando el estrés se hace cotidiano: Vínculos con la depresión melancólica

por: everardo camacho*

El cortisol es una hormona que se libera al torrente sanguíneo de manera natural desde las glándulas adrenales que están situadas en la parte superior de nuestros riñones y que posibilita tener niveles de activación adecuados, referidos como autrés o estrés de niveles sanos por Selye (1936). Él los bautizó como estrés, al equiparar estos procesos fisiológicos con la tensión a la que se somete a un resorte por una fuerza externa (“strain” en inglés).

Cuando un organismo se somete a condiciones de amenaza continua (estrés crónico o nocivo) se puede “descomponer” el sistema de autorregulación del cortisol. Cuando tenemos niveles altos (estrés agudo: intenso en magnitud pero corto en tiempo), el exceso de cortisol a nivel sanguíneo se suspende al detectar que ya hay demasiado. Entre otras cosas, el exceso de cortisol en la sangre inhibe algunas células del sistema inmunológico (nuestro sistema de defensa), haciéndonos más vulnerables a enfermarnos por infecciones virales o bacterianas.

En las condiciones contemporáneas en las que vivimos en las grandes ciudades como Guadalajara, nos exponemos continuamente a situaciones de amenazas reales (tráfico denso y agresivo, posibilidades de colisiones, clima extremo) o amenazas percibidas (interpretaciones amenazantes de la dinámica relacional en la familia o el trabajo) que para algunas personas implica exponerse a condiciones de tensión continua y extendida en el tiempo. Esto puede llevar junto con otros factores (genéticos y de experiencias al nacer) a la desregulación de los niveles hormonales de la activación: CRF y cortisol, teniendo niveles altos, lo que es descrito como hipercortisolemia. Hay varios desórdenes de la salud implicados en la desregulación de este proceso fisiológico, pero uno que aparece con cierta consistencia es la depresión melancólica. Ésta se caracteriza no por una emoción de tristeza sino por la pérdida de la funcionalidad del individuo que cuestiona el sentido de sus actividades normales, pierde el apetito, tiene problemas en el dormir, pierde libido, hay infertilidad y una sobreexcitación anímica espontánea. Cómo sabemos todos, la depresión es un fenómeno altamente extendido en el mundo y un problema de salud mental con más prevalencia en las concentraciones urbanas mayores.

Se estima que entre un 3 y un 5% de la población mundial tiene depresión. Se considera también que del total de enfermos generales, entre un 10 y 20% son depresivos y la mitad de los pacientes psiquiátricos tienen depresión. En las mujeres se presenta una mayor prevalencia (Sartorius y Kielholz, 1973). Estos datos indican el alto costo social que implica esta problemática en el mundo y, desde una perspectiva individual, la pérdida en la calidad de su vida de muchos seres humanos.

Si aplicamos dexametasona (una sustancia sintética semejante al inhibidor natural del cortisol) en individuos sanos, los niveles de cortisol deben disminuir. En personas con depresión melancólica cuando se aplica esta sustancia, los niveles de cortisol no disminuyen, lo que indica el daño al sistema autoregulatorio de estos sistemas hormonales. De hecho en algunos casos, se reporta que este dato es potencial predictor de intento suicida en personas deprimidas. (Coriell y Schlesser, 2001).

Asimismo, existen estudios que encuentran altas correlaciones entre niveles de ansiedad y depresión evaluados psicométricamente, lo cual confirmaría de cierta manera los planteamientos arriba descritos.
En el laboratorio de psicofisiología del ITESO estamos desarrollando una investigación que permita replicar algunos de estos hallazgos, para detectarlos tempranamente e intervenir de una forma más integrada para una mejor resolución de los mismos. Desde la perspectiva farmacológica la administración de antagonistas de glucocorticoides suprime los síntomas enumerados de la depresión melancólica. Por otra parte, las intervenciones psicológicas orientadas a la activación física, la ocupación mental del individuo en actividades diversas y la recuperación gradual para obtener gratificación de ellas, son parte de los tratamientos actuales para combatir este trastorno.

En términos preventivos el aprendizaje de formas de afrontamiento a las presiones y estresores a las que nos vemos todos sometidos en las ciudades en la vida contemporánea, así como la reestructuración cognoscitiva y estrategias de relajación, descanso y esparcimiento son herramientas poderosas desde la psicología que permitirán por un lado mejorar la calidad de vida de los individuos y por otra, ahorrar los altos costos que implican las enfermedades asociadas a la hipercortisolemia, entre otras el gran problema de nuestro tiempo: la depresión.

* Jefe del Departamento de Salud,
Psicología y Comunidad, del ITESO.

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