domingo, abril 10, 2016

No me he casado y… qué


Nataly llegó a la consulta con sus ojos negros enrojecidos. Se me arrojó a los brazos y comenzó llorar: “No había pensado en eso, pero de pronto… todo el mundo empezó a decirme: que dónde está el novio, que cuándo me caso, que si pienso tener hijos, que es la hora de hacerlo, pues pronto estaré más vieja. ¡Tengo 30 años!, me estoy forjando mi futuro. No tengo novio, pues hasta ahora nadie ha llegado a moverme como para dar tremendo paso. Luz Marina, ¿me tengo que casar ya?, ¡yo no pensaba que a los 30 uno era viejo!

El video que acompaña este articulo me trajo a la memoria a Nataly  y a otro montón de pacientes que han atravesado esta situación Nataly,  una chica menuda e inteligente que le tocó ver desde niña la difícil relación de sus padres: él, un infiel despiadado y la madre una mujer “sumisa hasta el asco y la rabia”, según decía Nataly. Y con semejante trauma de infancia, ella se lo piensa seriamente, antes de embarcarse en una relación. 

A partir de la tercera década nuestro psiquismo empieza a hacer evaluación de vida. A los treinta, llega el primer balance. Y puede presentarse en cualquier momento, en el intervalo que comprende tres años antes o tres años después de la treintena. Para las chicas es la prueba del tiempo, les entra la urgencia de casarse, de formalizar algo con su pareja, de tener hijos, si ello está en su proyecto de vida, ¡se empiezan a sentir viejas!, en el caso de Nataly, fueron los de afuera los que le pusieron el tema sobre el tapete. Para los chicos, es la prueba de la soledad, es inexorable, hasta el mismo maestro Jesús la tuvo que pasar. 

Nataly estaba orientada a sus objetivos profesionales, a llenarse intelectual e interiormente no pensaba en una relación de pareja. El afuera, sus familiares, amigos y conocidos se encargaron de ponerla de frente sobre este tema, al punto que lograron desestabilizarla psíquicamente. 

En china el asunto pasa por lo cultural, de manera desbordante, al punto que a las chicas de 25 años, sin casarse, las llaman “mujeres sobrantes”, es un asunto que se vuelve problema familiar. Las chicas de china decidieron que su valía no estaba en tener una pareja, en casarse, la valía no venia del afuera. Su valor estaba dentro de ellas mismas. Entonces decidieron empoderarse en su ser y salieron a gritarlo a las calles, a la sociedad, al mundo, a sus padres. Como dice Oscar Wilde, la primera relación de amor es con nosotros, pues ésta es una historia de amor que no tiene final. Y cuando tengo una relación sana, sólida y robustecida conmigo, estoy listo, lista, si está dentro de mi proyecto de vida,  para encontrar a otra a otro para caminar y desarrollarme, para seguir al siguiente nivel, desde el ser.

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