Cuando mi peluquera me contó cómo había respondido a su
clienta enfurecida, casi aplaudo, me di cuenta de que su respuesta estaba en la
otra orilla de la reactividad…
Esto fue lo que me contó: Una vez me retrasé para atender a una chica. Cuando la
hicieron pasar estaba roja de la ira, parada con arrogancia en el marco de la puerta me preguntó con altanería: ¿usted no ha aprendido a respetar el tiempo de sus clientes?, la miré con calma, y le dije mientras lo hacía, voy a cambiarte esa rabia por un abrazo.
La mujer me miró incrédula y se
dejó abrazar por un instante, pude sentir como esa mole de
concreto dura y arrogante se iba desmoronando. “Perdona he tenido un día
fatal”, me dijo.
Me encanta, qué respuesta tan estupenda, lograste
desestructurarla, entendiste que su rabia no era contigo, no te lo tomaste
personal, le dije.
¿Te atreves a hacer lo mismo, a abrazar al otro enfurecido, puedes entender que su rabia no es contigo?, yo sí.
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