martes, febrero 16, 2016

Al rescate de tu niño interior




Hoy mi hijo menor, Daniel, de cinco años, se levantó muy temprano. La noche anterior una tía le había regalado un bumerang, como ya se sabes sólo es posible usarlo a campo abierto. Su primera frase después de saludarme fue: ¿mamita me dejas ir a abrazar los árboles? Lo mire sorprendida, nunca me había dicho tal cosa.

Me gusta caminar descalza sobre la hierba, escuchar la quebrada, los pájaros escondidos cuyo nombre ignoro y abrazar los árboles, me recargan de una energía deliciosa. Daniel agregó: quiero ir sólito a abrazar los árboles. Solté una carcajada y entendí que lo que el niño quería era estrenar su nuevo juguete y la manera más rápida de conseguirlo era hablándome en mi lenguaje. Sonreí y repetí ¿sólito? si mamita sólito; le dije bueno, ve, pero no te demores, debes organizarte para ir al colegio.

Daniel nos recuerda, el aprender de nuevo a ser niños,  para lograr nuestras cosas, para concretar nuestros sueños, para vivir con sabiduría, para rescatarnos del mundo de las fricciones, para bajarnos del estres, para involucrarnos de nuevo con la espontaneidad, para permitirnos fantasear, para aprender a meternos en los zapatos del otro, para aprender a negociar, para hablar el idioma que los otros entienden, para realmente disfrutar la vida.

Recuerda cómo eras cuando niño, lánzate a su rescate y saborea de verdad el néctar de la vida.

El niño vive el ahora: el niño se enfrasca en las cosas del hoy, se involucra en el juego de manera total, está inmerso, si le llamas, no escucha, pelea con fantasmas, juega con princesas, combate a los malos…. Acaso viste alguna vez a un niño preocupado porque ayer se hizo pis en la cama, o angustiado porque qué tal que los juguetes se le pierdan. No, él no sufre por el pasado, tampoco se angustia por el futuro, vive su ahora, lo disfruta lo paladea. Cada acción del niño es un pleno éxtasis.

El niño es espontáneo: el niño se permite todos los espacios, pregunta aunque le digan que no tiene que preguntar, actúa sin artificios, ajeno a modelos o arquetipos, simplemente él es él y lucha por su identidad, sí, aprende por imitación, pero en su desempeño es absolutamente natural, fresco, como una mañana acabada de inventar.

El niño es creativo: al niño le encanta inventarse juegos, amigos y personajes, historias, los mayores dicen que es un mentiroso, pero lo que realmente hace es hablar sobre su mundo, donde lo imposible no tiene cabida, un mundo lleno de posibilidades donde brota cada día la chispa de la creación divina.

El niño es un estratega: el niño cuando quiere conseguir algo sabe ponerse en los zapatos del otro y hablarle en su propio idioma, sabe hacer concesiones, sin pensar en que han pisoteado su orgullo o devastado su ego; el niño sabe subir y bajar para alcanzar lo que desea y en forma... tan natural.

El niño sabe sonreír: sí, el niño sonríe a cada instante, es armonía, alegría de vivir, sonríe sin el menor esfuerzo, es una cajita de música que se desplaza por la casa, por el parque o en cualquier lugar donde esté, sin dificultad, sin importar la trascendencia del momento, ni el rostro limón de los mayores gruñones, se ríe de sus caídas, de las caídas de sus amigos, se ríe de sus errores, se ríe de la vida.

Los niños saben llorar: el niño llora con facilidad, con la misma facilidad con que ríe, de la misma forma, sin respetar espacios jerarquías, lugares o personas, llora y con su llanto exorciza sus “penas”, hace el duelo de su dolor, sin espera y sin analista. El niño es tierno, amoroso, expresivo... el niño... el niño es un maestro que nos enseña en cada una de sus acciones.

Los adultos nos complicamos la vida, le ponemos demasiada formalidad a las cosas, demasiada ceremonia roba el encanto que realmente tiene la vida, exploremos en nuestro interior y permitamos que ese niño que nos habita asome su cabecita, primero asomará tímidamente, pero con la practica ganara maestría y encontrara la magia, la aventura de la vida.

¿Qué queda de tu niño interior?, ¿Cuánto hace que no te contactas con él? ¿Crees que se ha ido?


Luz Marina Hoyos Duque



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