jueves, diciembre 31, 2015

Te comparto mi ritual de fin de año



Ha quedado atrás la navidad, en pocos días estaremos cerrando un nuevo año. Es una época de balance y reflexión, sobre lo que hicimos, lo que dejamos de hacer, los aprendizajes, los logros, las metas cumplidas, los propósitos para el año que comienza.

Vivo cada experiencia como si tuviera frente a mí una hoja en blanco sobre la cual empiezo a escribir. Y es maravilloso, es la oportunidad de enmendar lo que pude hacer y no hice o de hacerlo de una mejor manera. Me remonto a mis primeros años de escuela, no sé de qué manera me las ingeniaba para hacerle oreja a mis cuadernos, al final, un cuaderno de cincuenta hojas terminaba tan gordo como uno de cien. Al inicio del nuevo año escolar me proponía no volverlas a hacer, imaginaba mis cuadernos  tan impecables como los de mi hermano Ricardo, parecía que los llenaba escribiendo en el aire, y un día logré mi propósito.

Los rituales son tan antiguos como el hombre mismo, ellos consolidan nuestra identidad y nos conectan con el colectivo. En nuestro contexto cultural tenemos rituales por doquier: el bautismo, la confirmación, la primera comunión, el matrimonio, los funerales, la novena de navidad, todos son rituales, cada uno tiene un objetivo específico y claro.

Al cierre de fin de año hago mi propio ritual, a veces con todo el grupo familiar, otras simplemente a solas, me encantan las cartas. Con mi madre, mi padre y mis hermanos empezamos a realizarlas desde muy niños.

Escribo dos cartas, en original y copia. A mano alzada, no en computador, esto es muy importante. En la primera carta reconozco todos los logros del año que está terminado. Es una carta de gratitud y agradecimiento a mi ser interno, doy gracias por lo que he sanado, por lo que he aprendido, por lo que he avanzado. Doy gracias por los asuntos en los que he sido consciente, por haberme dado cuenta de algo específico, por haber descubierto algo puntual, por haberme permitido algo que había considerado imposible para mí.

Luego paso a las emociones. Reconozco las rabias y los sinsabores liberados. Los momentos en los que lloré. Lloro fácilmente. A veces en consulta ante la historia y el dolor de un paciente no puedo evitar el nudo en la garganta y las lágrimas, entonces agradezco que mi paciente tenga los ojos cerrados.

Evaluó cada aspecto: físico, de pareja, laboral, económico, familiar, del entorno y conmigo misma, en qué asuntos logré avanzar, en cuales me quedé detenida. Qué aspectos tengo que agradecer a otros, a mí.

Luego hago otra carta donde plasmo todos los aspectos que quiero soltar, miedos, inseguridades, debilidades, sombras, para ello tomo los mismos elementos de la carta anterior.

¿Para qué dos copias? Te estarás preguntando. Una de las copias va al fuego, la quemo y la pongo como abono de algún árbol o una maceta. El fuego purifica, transforma, transmuta. La carta que queda
 sirve para hacer seguimiento al concluir el año. ¿Te animas a hacer mi ritual?, te encantará. Recuerda, hay algo mágico en lo que se refiere a una meta escrita.

Un feliz, venturoso y armonioso 2016 donde veas realizadas tus metas y sueños, un año donde avancemos juntos para ser seres más completos, aprendiendo a abrazar nuestras fortalezas y nuestras debilidades, nuestras luces y nuestras sombras.


Te abrazo,



Ps. Luz Marina Hoyos Duque

1 comentario:

Unknown dijo...

Muchas gracias por compartirlo, yo creo que lo voy a hacer, me gusta porque pienso que es una forma de despojarnos de cosas o situaciones que nos cargan y potenciar aquellos aspectos que nos ayudan a ser mejores como personas, yo lo necesito!

Muchas gracias:)