Realizado por la magíster Noemí Grinspun y el psicólogo de la U. del Pacífico Augusto Manríquez, docentes de las asignaturas “Bases biológicas el comportamiento” y “Psiconeurología y Neurociencias”, el estudio analiza la evidencia de la relación que existe entre salud mental y prácticas contemplativas, y demuestra los efectos que se generan a nivel cerebral en las personas que practican diversos tipos de meditación.
Ente los hallazgos, se menciona que a partir de los registros sondeados por medio de electroencefalogramas, resonancias magnéticas y resonancias magnéticas funcionales, se puede determinar que las prácticas contemplativas en adultos generan cambios estructurales a nivel cerebral y su plasticidad.
La investigación realizada, implicó indagar en aquellas prácticas contemplativas sedentes, como son la Atención Focalizada, la Conciencia Plena y la Meditación para el cultivo de la compasión y la benevolencia, y cómo éstas provocan cambios cerebrales a través de herramientas de análisis desde la neurociencia, que dan cuenta de los fenómenos que allí ocurren, considerando que el cerebro tiene la capacidad de modificarse a lo largo de la vida.
Como ejemplo, los estudios en sujetos que practican la Atención Focalizada muestran cómo con ella se activan ciertas regiones cerebrales, donde se concluye que el entrenamiento mental aumenta la estabilidad de la atención con evidencia neural y conductual, es decir, que en los meditadores se mejora el rendimiento en las respuestas, teniendo resultados más correctos y con mayor rapidez.
Por otra parte, la investigación hace alusión a otros estudios, los cuales determinan que las regiones que se activan a través de esta práctica son aquellas zonas relacionadas principalmente con el procesamiento emocional.
Respecto a las personas que practican meditación en Conciencia Plena, de los estudios se infiere que se evidencian cambios plásticos producto de la meditación a lo largo del tiempo, en regiones relacionadas con la interocepción o percepción interna del cuerpo para el procesamiento de la atención y la información sensorial.
Asimismo, en el caso de quienes practican Meditación para el cultivo de la compasión y la benevolencia, se observa una plasticidad neuronal y cambios asociados al afecto positivo después del entrenamiento en compasión. “El entrenamiento en compasión, a diferencia del entrenamiento cognitivo (prácticas para habilidades cognitivas), implica un mayor afecto positivo, incluso cuando hay personas sufriendo, pues hay una mayor activación de redes neuronales relacionadas con el afecto positivo y el amor, siendo uno de los resultados el poder dar valor a las cosas cotidianas de la vida”, comentan los investigadores.
Para la docente Noemí Grinspun, la investigación nace del gran interés que ha surgido en la actualidad por estudiar desde la neurociencia aquellos fenómenos que ocurren en el cerebro de las personas que realizan prácticas contemplativas. “Además, el estudio es una eficaz herramienta que fortalece la visión de la Escuela de Psicología Humanista Transpersonal de la Universidad del Pacífico y su línea de formación experiencial, orientada a formar psicólogos conocedores de nuevas formas de intervención terapéutica para su posterior uso profesional”, señaló.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario