Golpeó fuertemente la puerta y empezó a gritar, pero nadie lo escuchaba. La mayoría de los trabajadores se habían retirado ya a sus casas, y era casi imposible escucharlo por el grosor que tenía esa puerta. Llevaba cinco horas en el refrigerador al borde de la muerte a causa de una hipotermia.
De repente, se abrió la puerta. El guardia de seguridad entró y lo rescató.
Después de esto, le preguntaron al guardia: “¿A qué se debe que se le ocurrió abrir esa puerta, siendo que no es parte de su rutina de trabajo?”. Él explicó: “Llevo trabajando en ésta empresa 35 años; cientos de trabajadores entran a la planta cada día, pero él es el único que me saluda en la mañana y se despide de mí en las tardes. El resto de los trabajadores me tratan como si fuera invisible”. “Hoy me dijo ¡Hola! a la entrada, pero nunca escuché: ¡Hasta mañana!”.
“Yo espero por ese hola, buenos días, y chau o hasta mañana cada día. Sabiendo que todavía no se había despedido de mi, pensé que debía estar en algún lugar del edificio, por lo que lo busqué y lo encontré.
“Yo espero por ese hola, buenos días, y chau o hasta mañana cada día. Sabiendo que todavía no se había despedido de mi, pensé que debía estar en algún lugar del edificio, por lo que lo busqué y lo encontré.
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