viernes, junio 07, 2013

Movimiento Slow Mundial


Basado en el libro “El elogio de la lentitud” de Carl Honoré
Este movimiento nació en Europa central hace pocos años y cada vez cuenta con más apoyo e integrantes en todo el mundo, especialmente entre los países desarrollados.

La Sociedad por la Desaceleración del Tiempo, que encabeza el Movimiento Slow, realiza todos los meses de octubre una Conferencia Anual en la ciudad turística de Wagrain (Austria), en la que se fomenta el ir más despacio cuando tiene sentido hacerlo. Promueven que cada ser vivo, proceso o acontecimiento tiene su propio tiempo (su “tempo giusto”).

Estos desaceleradores del tiempo ponen trampas en los centros de las ciudades a las personas que caminan 50 metros en menos de 37” , la sorprenden y les piden que les expliquen su apuro… la mayoría de ellos ni siquiera piensa en los motivos que la hacen ir más rápido. El “castigo” es recorrer los mismos 50 metros tirando de una tortuga, esto en general los relaja y les gusta la idea de ir más despacio.

La comida :

El apresuramiento en la mesa es mundial y comenzó a producirse en la revolución industrial, pero nunca tuvo tanto auge como actualmente.

Muchas veces comemos solos frente a la computadora o el televisor, leyendo, manejando, trabajando… y si es en familia, en muchas casas el integrante principal es la televisión, a la que todos prestan atención, miran, escuchan… sin hacerlo entre sí.

La aceleración comienza desde la granja ya que se utilizan pesticidas, fertilizantes químicos, hormonas del crecimiento, modificación genética, todo para reducir el costo y hacer que el ganado o la cosecha crezcan mucho más rápido en lugar de darle el tiempo natural que necesitan.

Muchas personas son consumidoras de la comida rápida, no solo en la calle, sino también en casa haciendo un pedido o preparando comidas pre-cocidas.

Pero existe un movimiento dentro del Movimiento Slow que se propone persuadir esta rapidez en el campo, la cocina y la mesa, llamado Slow Food y que defiende todo lo contrario: productos frescos y locales, recetas de la abuela, cena compartida en familia y amigos sin televisor… es decir que promueve el placer. Este movimiento nació en Bra, que es un pueblo de la ciudad de Turín (Italia), tiene como símbolo el caracol y publica una revista trimestral en 5 idiomas y guías de alimentos y vinos artesanales.

Todos podemos beneficiarnos si aplicamos la lentitud a nuestros hábitos alimentarios, saboreando los alimentos y prestando atención a lo que hacemos.

En varios países se realizaron estudios cuya conclusión es que los chicos que comen en familia suelen tener mejor rendimiento escolar, tienden a padecer menos estrés, fumar y beber a edad temprana.

Es importante que el adulto también se tome el tiempo necesario para su almuerzo en el trabajo.

Las ciudades :

En 1999, Bra y otros tres pueblos italianos firmaron una petición para convertirse en refugios de la gran velocidad del mundo actual. Promueven el placer antes que el beneficio, las personas antes que la oficina central, la lentitud antes que la velocidad. El movimiento se llama Slow Cities y actualmente hay cada vez más pueblos adheridos en Europa. Tiene como objetivos: reducir el ruido y el tráfico, aumentar las zonas verdes, apoyar a quien vende productos artesanales. Lo principal es relajarse, reflexionar, no estar pendiente del tiempo, reducir el estrés y cuidar el medio ambiente.

El cuerpo y la mente :

La mente suele saltar de un pensamiento a otro y está siempre activa. Sin embargo, el cerebro rendirá mucho más si puede desacelerar. Esto mejora la salud, hay calma interior y más concentración para pensar de un modo más creativo. Esta forma de pensamiento no actúa bajo presión, sino que aparece cuando hay tiempo y las ideas se desarrollan a su ritmo. Hay investigaciones que dicen que el ser humano piensa más creativamente cuando está sereno, libre de estrés, apuro y presión del tiempo. Un maestro zen decía: en lugar de decir “No te quedes ahí, haz algo”, deberíamos decir “No hagas nada, siéntate ahí”.

Respecto a la actividad física, hoy parece que la única forma de mejorar el físico es exponer el corazón al máximo. Sin embargo los científicos estudiaron que ejercitarse con más lentitud puede tener mejor resultado, por ejemplo caminar ligero quema más grasa que llevar el corazón a sus máximas pulsaciones. Caminar lentamente hace que nos relajemos y disfrutemos el alrededor a la vez que establecemos relaciones.


La relación profesional de la salud-paciente :

En general el profesional de la salud no se toma el tiempo necesario para escuchar y observar al paciente como persona, sino que lo trata como síntoma, enfermedad, órgano enfermo… y luego lo deriva a realizarse estudios para que todo se “resuelva” rápido. Este es uno de los motivos por el que muchas personas se acercan a las medicinas alternativas antiguas como homeopatía, acupuntura, aromaterapia, masajes, osteopatía, quiropraxia. En un mundo tan acelerado, estas medicinas se toman tiempo para escuchar y conectarse con el paciente de un modo holístico no para curar el síntoma, enfermedad u órgano, sino a la persona en forma integral sin separar el cuerpo de la mente.

El trabajo :

El trabajo consume muchas horas de nuestra vida, sin embargo el resto de las cosas que son mucho más importantes en realidad como la familia, los amigos o los paseos están regidos por su horario. Muchas personas trabajan mucho más de lo que quisieran. En Japón se realizó un estudio que indicó que las personas que trabajan 70 horas semanales tienen el doble de riesgo de sufrir un ataque cardíaco que los que trabajan 40 y el riesgo se triplica en caso que una persona duerma menos de 5 horas al menos dos veces a la semana.

Sabemos que somos menos productivos si estamos cansados, estresados, insatisfechos, enfermos. El trabajo es necesario, puede ser un desafío y dignifica… pero que sea lo más importante y ocupe la mayor parte de nuestra vida es una locura. El tiempo que resta para disfrutar de las cosas sencillas diarias y sin apuro es escaso. El Movimiento Slow propone trabajar menos, defendiendo el hecho de que las personas que pueden manejar sus horarios están más relajadas, son más creativas y productivas.

El ocio :

Bertrand Russell, filósofo británico, en su ensayo Elogio de la Pereza (1935) decía que una jornada de 4 horas haría al hombre más amable, la vida sería lenta, dulce y civilizada.

Los trabajos manuales como la jardinería, el tejido, el dibujo o la decoración son la expresión del Movimiento Slow. Sin embargo, la mayoría de la gente enciende el televisor en su tiempo libre y llena su espacio de ocio. La televisión no da tiempo para hacer una pausa o reflexionar, todo se sucede rápido.

De este modo, las cosas que hacen la vida placentera como cocinar, hacer ejercicio, escuchar música, charlar, escucharse, mirarse o compartir tiempo cuentan con menos tiempo.

La música tranquila brinda ese espacio para relajarse y disfrutar. Hay un grupo creciente de músicos que considera que la música clásica se toca demasiado rápido. Pertenecen al Movimiento Tempo Giusto, cuya misión es intentar que las obras toquen más lentamente.

En la iglesia San Buchardi de un pueblo alemán se lleva a cabo un concierto escrito por John Cage en 1992 que comenzó a tocarse en 2001 y finalizará en 2640. El título de este concierto es “As Slow As Possible” y durará 639 años. El órgano que emite las notas tiene unas pesas adheridas al teclado para mantenerlas mucho después que el organista las haya tocado, entonces el sonido reverbera en la iglesia por meses hasta que el próximo organista toca la siguiente nota musical. La motivación es desafiar a la velocidad del mundo actual con algo placentero y muy duradero.

Los chicos y la lentitud :

Los chicos no nacen obsesionados por la velocidad ni el consumismo, sino que somos los adultos los que lo llevamos a eso. La sociedad les dice que ir más rápido es mejor.

El autor del libro describe una situación que le sucedió: viendo un anuncio de un programa de lenguas extranjeras para chicos de la BBC que decía “¡Hablá francés a los 3 años y español a los 7… si esperás será demasiado tarde!”, tuvo un primer impulso de llamar y su segundo impulso fue sentirse culpable por el primero.

En muchos colegios del mundo la competitividad es enorme, lo que importa es ser el primero de la clase y tener el rendimiento más alto en los exámenes. Esto se da especialmente en el modelo de Japón, seguido por Estados Unidos e Inglaterra. Se aumenta la presión con más exámenes, más tarea para la casa, un programa de estudio rígido… incluso antes de la escuela primaria.

A la exigencia escolar se suman las actividades extraescolares, entonces los chicos no tienen tiempo para la lentitud, relajarse, jugar o desarrollar la imaginación... no tienen tiempo para aburrirse, palabra que hoy parece “mala palabra”.

El estilo de vida apresurado y bajo presión hace que muchos chicos chiquitos tengan dolores de panza, cabeza, estrés, insomnio, depresión, problemas de conducta.

En las investigaciones cada vez se demuestra más que los niños aprenden mejor a un ritmo más lento, menos estricto y apresurado, más relajados y con más tiempo.

En 2002 se creó el Movimiento Slow Schooling, que promueve que es mejor estudiar a un ritmo lento, tomarse el tiempo para conocer el tema profundamente, aprender a pensar y no a aprobar exámenes… se les brinda a los chicos la posibilidad de enamorarse del aprendizaje.

Respecto a las actividades extraescolares, muchas veces son los mismos chicos quienes solicitan aminorar la marcha. El juego desestructurado es importantísimo porque ayuda a los chicos a desarrollar su habilidad de aprendizaje, no implica trabajo, planificación, horarios ni objetivos. Se trata de apagar la computadora o televisor y jugar con sus juguetes, dibujar, jugar en el patio, mirar por la ventana, buscar bichitos en el jardín. Es explorar el mundo a un ritmo propio y no es pérdida de tiempo… da el tiempo y el espacio para crear e imaginar. Los adultos somos quienes tenemos la necesidad de llenar estos espacios de vacío de los chicos con actividades, entretenimientos, abrumarlos por miedo al temido aburrimiento.

La televisión y computadora no brindan ese espacio para divagar e imaginar, aceleran a los chicos y los convierte en consumidores tempranos. La extrema velocidad de las imágenes y sonidos de la pantalla ejerce un efecto en el cerebro infantil. Muchas veces se la culpa de los trastornos por déficit de atención, se sabe que hay dibujitos que pueden generar trastornos como la epilepsia infantil benigna y programas violentos que pueden generar que los chicos estén más inquietos y sean incapaces de mantenerse sentados y concentrados por un tiempo.

En los hogares en donde se limita el horario de ver televisión, especialmente al compartir un tiempo en familia como la cena, la vida se vuelve menos frenética y apresurada.

Liberar a los chicos del culto a la velocidad en un futuro significa más libertad y fluidez en la educación, tomar el aprendizaje como placer, tener menos obsesión por aprovechar el tiempo al máximo. Los padres pueden colaborar mucho estableciendo el ejemplo de la lentitud en su propia vida y sabiendo que merece la pena hacerlo.

Conclusiones :

Estamos llegando hasta la extenuación con consecuencias físicas, mentales y de relación. Muchas veces no disfrutamos de las cosas del momento porque estamos atendiendo a la siguiente… no nos damos tiempo. La velocidad, el exceso de ocupaciones y la obsesión por ahorrar tiempo son constantes, pero el Movimiento Slow está en expansión y persuade esta tendencia. En lugar de hacerlo todo más rápido, la gente descubre que brindar lentitud a su vida hace que la comida, las relaciones, el trabajo, el aprendizaje, el ocio, sean mejores y más placenteros.

El secreto está en el equilibrio: hacer todo a una velocidad adecuada en lugar de hacerlo todo más rápido.

Desafiar a la aceleración con lectura, meditación, jardinería, pintura, paseos es importante y cada uno elegirá el que le dé más placer y espacio para el disfrute.

En este mundo que nos lleva a la velocidad por codicia o temor a quedarnos atrás, a la tortuga le queda por delante una larga tarea de persuasión.

El Movimiento Slow otorga placer, promueve la salud, las relaciones familiares, la sana comunicación en la familia y vernos libres de apuro. Cada uno puede llegar a la lentitud en su vida de a poco, sin llenarse de actividades por ejemplo, sabiendo que hay muchas cosas que pueden ser postergadas. Los pequeños actos harán que nos sintamos bien y así los aumentaremos en nuestra vida cotidiana.

Conocer este movimiento nos lleva a reflexionar sobre la terapia con personas disfluentes, tomando conciencia que las personas necesitan y buscan la lentitud, el tiempo. Desacelerar está bien y hace bien. El mundo está tomando conciencia que hacerlo todo más rápido no trae beneficios, sino que perjudica. Tendremos así más tiempo para escucharnos, mirarnos, conectarnos, interactuar, hablar más tranquilamente con los otros sin ruido, sin apuro.

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