sábado, marzo 23, 2013

¿Qué es y cuándo se requiere psicoterapia?


Muchas  personas no conocen la psicoterapia o la confunden con otras disciplinas. Según Wikipedia, la enciclopedia libre de internet, el psicoterapeuta es “una persona entrenada para evaluar y generar cambios” que se le consulta, “con el propósito de una mejora en la calidad de vida”, que se logra “a través de un cambio en su conducta, actitudes, pensamientos o afectos”.

Un psicoterapeuta pasa por un proceso arduo de formación científica y técnica, y tiene que tomar su propia psicoterapia para trabajar consigo mismo(a). Y es que la psicoterapia “no presupone una orientación o enfoque científico definido”, sino que el psicoterapeuta debe desarrollar “un amplio dominio científico-profesional especializado, que se especifica en diversas orientaciones teórico-prácticas”. El psicoterapeuta aprende diversas disciplinas y orientaciones psicoterapéuticas y estudia filosofía, psiquiatría y psicología, con el fin de especializarse, para tratar los casos específicos que le consultan. Debe además adquirir dominio para aplicar los modelos de atención psicoterapéutica adecuados al caso particular; esto implica pericia y experiencia. Es necesario que sepa verse a sí mismo profundamente para ver a otros, y así ayudarles a verse. La cooperación del consultante se requiere para seguir el proceso: la constancia en la asistencia a las sesiones y el compromiso de cooperar en la propuesta de reflexión, diálogo, actividades o ejercicios que se le propongan para lograr esa autoobservación, esa autoreflexión, ese mirar dentro y sentir con honestidad y sin autoengaños lo que pasa allí en nuestro interior.

En la psicoterapia que ofrecemos, incluimos el cuerpo como la materialización de lo que somos, de lo que padecemos y de la manera en la que manejamos nuestras emociones. No sólo se habla y se reflexiona, sino se desbloquean y se liberan emociones atrapadas, que han producido tensión, estrés y enfermedades de tipo psicosomático. También nos valemos del psicoanálisis, cuyo proceso incluye todas esas actitudes inconscientes, nuestro desarrollo infantil, la forma en la que se vivió la relación con los padres, y así lograr cambios radicales y duraderos, y sobre todo conciencia de por qué y para qué hago lo que me duele, lo que me perjudica, lo que me hace sufrir o hace sufrir a otros, y dominarlo.

Los cambios de conductas, de actitudes, de pensamientos y de afectos, además tienen implicaciones morales. A veces hay personas con sentimientos de culpa, con vicios de carácter, con falta de valores morales que los motiven a actuar y que les den fortaleza de carácter. Y eso deriva en no tener metas ni objetivos más altos. Se trabajan nuestras creencias, nuestra convicción en que la vida tiene un sentido y que hay alguien a quien recurrir y por quien luchar.

¿Cuándo requerimos psicoterapia? De urgencia cuando sufrimos, cuando nos hemos estancado y no crecemos como personas, cuando nuestra conducta, nuestras actitudes, pensamientos y afectos nos hacen entrar en conflicto con los demás. Cuando no somos lo que queremos; cuando se lucha una y otra vez por cambiar un mal hábito, una adicción, una relación destructiva o algunas conductas inmorales que lastiman a otros y nos hacen sentir miserables. Cuando hemos perdido a un ser querido, el trabajo, la autoestima y vivimos un duelo, una gran desazón; cuando pasamos por tristezas que no terminan, depresión, miedos que nos paralizan, o cuando somos, una y otra vez agresivos, violentos o somos débiles, estamos continuamente a la defensiva o irritables.

El dominio sobre sí mismo adquiere hasta que se tiene conciencia de nuestras debilidades, heridas emocionales, circunstancias adversas, de la forma en la que realmente, y sin engaños, se desenvuelve nuestro carácter y se articulan nuestras relaciones, y si éstas son satisfactorias. La psicoterapia es un espacio privilegiado para generar conciencia de nosotros mismos, para conocernos y cambiar. Es el espacio donde podemos pensar acerca de lo que somos y de lo que hacemos y por qué y para qué lo hacemos. Y al saberlo, podemos evaluar si ha sido bueno, si sigue siendo positivo para nosotros, si nos lleva a la armonía, a la felicidad, a la sanidad mental, emocional, física, energética y espiritual. Sólo nos podemos conocer en diálogo con otro, necesita verse al ser confrontado por el pensamiento, la mirada, la empatía emocional de otra persona. Pero esta persona, para poder cambiar lo que nos duele, para hacernos responsables de lo que nos corresponde, debe ser alguien preparado para recibirnos y no para sólo complementarnos en lo enfermo y ser cómplices de nuestros males, como muchas veces pasa con los que nos rodean. Por eso, no siempre ir a platicar con un amigo ayuda ni es lo mismo que una psicoterapia. No sólo se trata de desahogarse, sino de contar con una persona que tenga “un amplio dominio científico-profesional especializado, con diversas orientaciones teórico-prácticas”, que no tome partido, no nos dé por nuestro lado o se ofenda, se sienta por lo que saquemos o hagamos conciencia de nosotros mismos, sino al contrario, que nos ayude a enfrentarlo, a pensarlo, a digerirlo, sanarlo y a cambiarlo si es necesario.

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