viernes, septiembre 26, 2008

LA VÍCTIMA


Por Osho -Bagwan Shree Rajneesh-.

¿POR QUÉ no te conoces a ti mismo? Debería ser la cosa más sencilla del mundo y se ha vuelto difícil, lo más difícil. Co¬nocerse se ha vuelto casi imposible. ¿Dónde está el error? Tienes la capacidad de conocerte. Tú estás ahí, la capacidad de conocerte también está ahí. Entonces, ¿qué ha sucedido? ¿Porqué la capacidad de conocer no puede volverse hacia sí misma?

Sólo hay un error, y a menos que lo arregles, seguirás sin saber quién eres. Y el error es que se ha creado dentro de ti una división. Has perdido tu integridad. La sociedad te ha convertido en una casa dividida ' dividida en contra de ti mismo.
La estrategia es sencilla; una vez que la hayas entendido, puedes eliminaría. La estrategia consiste en que la sociedad te ha dado unos ideales de cómo deberías ser, Y te los ha inculcado tanto, que siempre estás interesado en el ideal «cómo debería ser», olvidándote de quién eres.

Estás obsesionado con el ideal futuro y te has olvidado de la realidad presente. Tus ojos están mirando al futuro lejano. En consecuencia, no pueden mirar hacia dentro. Continuamente estás pensando qué hacer, cómo hacerlo, cómo llegar a ser esto. Tu lenguaje se ha convertido en un idioma de deber y convenir, mientras que la realidad sólo consiste en ser. La realidad no co¬noce deberes o conveniencias.

Una rosa es una rosa, no se plantea la cuestión de ser cual¬quier otra cosa. Y la flor de loto es la flor de loto. La rosa no intenta convertirse en una flor de loto, y la flor de loto nunca intenta convertirse en una rosa. Por tanto, no están neuróticas. No necesitan psiquiatras ni psicoanálisis. La rosa está sana porque simplemente vive su realidad. Y esto le sucede al resto de la existencia excepto al hombre. Sólo el hombre tiene ideales y deberes. «Debería ser esto y lo otro»; entonces te divides contra tu propio ser. Deber y ser son enemigos.

Y no puedes ser algo diferente de lo que eres. Deja que esto cale profundamente en tu corazón: sólo puedes ser lo que eres, nada más. Cuando te ha penetrado esta verdad, «sólo puedo ser yo mismo», desaparecen todos los ideales. Automáticamente se descartan. Y cuando no hay ningún ideal, te encuentras con la realidad. Entonces tus ojos están aquí y ahora, estás presente en lo que eres. Desaparece la división, la separación. Eres uno.
Este es el primer paso: sé uno contigo mismo. Este primer paso se ha vuelto difícil debido a todo el condicionamiento, a toda la educación, a todos los esfuerzos por civilizarte. Si has dado el primer paso simplemente al aceptarte y amarte tal y como eres, momento a momento... Por ejemplo, estás triste. En este momento estás triste. Todo tu condicionamiento te está diciendo: «No deberías estar triste. Está mal. No deberías estar triste. Tienes que estar contento.» Aquí surge la división, el problema. Estás triste: esta es la verdad en este momento. Y tu condicionamiento, tu mente dice: «No deberías estar así, tienes que estar contento. iSonríe! ¿Qué van a pensar de ti?» Si estás tan triste, tu mujer te puede abandonar; si estás tan triste, quizá tus amigos te abandonen; si sigues estando tan triste, tu negocio se hundirá. Tienes que reírte, tienes que sonreír, tienes que fingir al menos que eres feliz. Si eres médico, tus pacientes no se sentirán bien si te ven tan triste. Quieren un médico feliz, alegre, saludable, y tú tienes un aspecto tan triste. Sonríe.... aunque tu sonrisa no sea verdadera, pon una sonrisa falsa, pero sonríe. Al menos finge, disimula.

El problema es que finges, disimulas. Logras sonreír, pero entonces te divides en dos. Has reprimido la verdad, te has vuelto falso. La sociedad respeta a los farsantes. El farsante se convierte en un santo, se convierte en un gran líder. Y todo el mundo le empieza a seguir. El farsante es tu ideal.

Por eso eres incapaz de conocerte. ¿Cómo te vas a conocer si no te aceptas? Siempre estás reprimiendo tu ser. ¿Qué hay que hacer entonces? Cuando estés triste acepta la tristeza: eso eres tú. No digas: «Estoy triste.» No digas que la tristeza está separada de ti. Simplemente di: «Soy la tristeza, en este momento soy la tristeza.» Vive tu tristeza con total autenticidad. Te sorprenderás de cómo se abre en tu ser una puerta milagrosa. Si puedes vivir tu tristeza sin la idea de ser feliz, entonces serás feliz automáticamente, porque desaparecerá la división. Ha dejado de haber divisiones. «Soy la tristeza», y entonces deja de surgir la cuestión de tener el ideal de querer ser otra cosa. De modo que no hay ningún esfuerzo, ningún conflicto. «Simplemente soy esto», y se produce una relajación. Y en esa relajación hay gra¬cia, en esa relajación hay alegría.

El dolor psicológico existe porque estás dividido. El dolor significa separación y la felicidad significa no separación. Te pa¬recerá paradójico: ¿cómo te vas a alegrar si estás triste y aceptas tu tristeza? Te puede parecer paradójico, pero es así. Inténtalo. No te estoy diciendo «intenta ser feliz», no te estoy diciendo «acepta tu tristeza para que puedas ser feliz», no estoy dicien¬do eso. Si esa es tu motivación no te sucederá nada; sigues haciendo un esfuerzo. Estarás mirando de reojo: «Ha pasado mucho tiempo desde que acepté incluso la tristeza. Estoy diciendo Soy la tristeza'; sin embargo, todavía no hay alegría.» De esa forma no llegará.
La alegría no es una meta, es un derivado. Es la consecuencia natural de la unidad, de la unión. únete con la soledad sin ningún motivo, sin un propósito determinado. No se trata de tener un motivo. En este momento estás así, en este momento ésta es tu verdad. En el siguiente instante tal vez estés enfadado: acéptalo también. En el siguiente instante podrías sentirte de otra manera: acéptalo también.

Vive momento a momento, con una gran aceptación, sin crear divisiones, y estarás en el camino del autoconocimiento. Renuncia a la división: la división es el problema. Te enfrentas a ti mismo. Renuncia a esos ideales que te producen este antagonismo. Eres como eres, acéptalo con alegría, con gratitud. Y de repente sentirás armonía. Tus dos personalidades, la personalidad ideal y la real, dejarán de estar ahí luchando. Se encontrarán y se fundirán en una. En realidad, no es la tristeza la que te causa dolor. Lo que te causa dolor es la interpretación de que la tristeza está mal, y esto se convierte en un problema psicológico. La rabia no es dolorosa, la idea de que la rabia está mal es lo que crea una ansiedad psicológica. Es la interpretación, no el hecho. El hecho siempre es liberador.

Jesús dijo: «La verdad libera.» Esto es de inmensa importancia. Sí, la verdad libera, pero no tus ideas sobre la verdad. Sé la verdad y ésta te liberará. Sé la verdad, y encontrarás la libera¬ción. No tienes que atraerla, no tienes que estar esperándola: su¬cede instantáneamente. ¿Cómo ser la verdad? Ya eres la verdad. Simplemente, tienes falsos ideales, que son los que te están creando problemas. Renuncia a los ideales: durante unos días sé un ser natural. Igual que los árboles, los animales y las plantas, acepta tu ser tal como es. Surgirá un gran silencio. ¿Cómo podría ser de otro modo? Si no hay interpretación, la tristeza es hermosa, tiene profundidad. Entonces, la rabia también es hermosa; está llena de vida y energía. El sexo también es hermoso porque tiene creatividad. Cuando no hay interpretación todo es hermoso. Cuando todo es hermoso te relajas. En esa relajación vuelves a tu raíz, y eso trae consigo autoconocimiento. Volver a tu raíz es lo que Sócrates quería decir con «conócete a ti mis¬mo». No es una cuestión de conocimientos sino de transformación interna. ¿Y de qué transformación estoy hablando? No te es¬toy dando un ideal para que te parezcas a él. No te estoy diciendo que tienes que transformarte en algo diferente de lo que eres. Simplemente, tienes que relajarte en lo que eres, sea lo que sea, y observar lo que sucede.
¿Has oído lo que estoy diciendo? Entiéndelo: es liberador. Y entonces se escucha un gran armonía, una gran música. La música del autoconocimiento. Tu vida comienza a cambiar. Entonces tienes una llave mágica que abre todas las puertas.

¿Qué es la represión?

La represión es vivir una vida que no te corresponde. La represión es hacer cosas que nunca has querido hacer. La represión es ser la persona que no eres. La represión es una manera de destruirte. La represión es un suicidio, muy lento por supuesto, pero es un envenenamiento lento y certero. La expresión es vida; la represión es suicidio.
Este es el mensaje del tantra: no vivas una vida de represión; de lo contrario, no vivirás. Vive una vida de expresión, de creatividad, de alegría. Vive de la forma que la existencia (Dios) ha querido que vivas, vive de forma natural. Y no tengas miedo de los sacerdotes.
Hazle caso a tus instintos, hazle caso a tu cuerpo, a tu corazón, a tu inteligencia. Confía en ti mismo, ve a donde quiera llevarte tu espontaneidad, y no habrá pérdida. Y fluyendo espontáneamente con tu vida natural, un día te encontrarás a las puertas de lo divino.

La represión es una manera de evitar los riesgos. Por ejemplo, te han enseñado que no tienes que enfadarte, y crees que la persona que nunca se enfada deberá ser inevitablemente muy cariñosa. Te equivocas. La persona que nunca se enfada tampoco es capaz de querer. Van unidos, juntos en el mismo lote.

El hombre que ama de verdad a veces estará muy enfadado. Pero su enfado es hermoso, surge de su amor. Su energía es caliente, y no te sentirás herido por su rabia. De hecho, le agradecerás que estuviera enfadado. ¿Lo has observado? Cuando quieres a alguien y haces algo, si esta persona se enfada mucho, si francamente se enfada, se lo agradecerás porque te quiere tanto que puede permitirse el enfadarse contigo. ¿Por qué si no? Si no quieres afrontar el enfado, te comportas con cortesía. Cuando no quieres afrontar nada, cuando no te quieres arriesgar, sigues sonriendo. No importa.

Si tu hijo está a punto de saltar al abismo, ¿podrás resistir sin enfadarte? ¿No gritarás? ¿No estarás a punto de estallar? ¿Seguirás sonriendo? Es imposible.
Cuando amas, puedes enfadarte. Cuando amas, puedes permitírtelo. Si te amas (y esto es algo esencial en la vida; de lo contrario, te la perderás) no serás represivo, serás expresivo con todo lo que te trae la vida. Lo estarás expresando, su alegría, su tristeza, sus altos, sus bajos, sus días, sus noches.
Pero te han educado para ser falso, te han educado para que seas un hipócrita. Cuando estás enfadado sigues sonriendo con una sonrisa postiza. Cuando estás enfurecido, reprimes tu rabia. Cuando te sientes sexual, lo reprimes. Nunca eres fiel a lo que sientes.
Sucedió que...

Jorge y su hija pequeña Mati fueron a dar un paseo al parque de atracciones. En el camino se detuvieron a darse una comilona. Una vez en el parque de atracciones se acercaron a un puesto de perritos calientes y Mati dijo:
-Papi, quiero... -Jorge le interrumpió y le atiborró de palomitas.
M llegar al puesto de los helados Mati volvió a gritar:
-Papi, quiero... -Jorge le volvió a interrumpir, pero esta vez dijo-: ¡Quiero, quiero!
-Ya sé lo que quieres, ¿un helado?
-No, papi -suplicó-, quiero vomitar.

Eso era lo que quería desde el principio. Pero, ¿quién está escuchando? La represión es no escuchar a tu propia naturaleza. La represión es un truco para destruirte.

Doce cabezas rapadas, doce macarras, entran en un pub con sus cazadoras Levis y todo el equipo. Se acercan al patrón y le dicen:

-Trece jarras de cerveza, por favor.
-Pero sólo sois doce.
-Mire, queremos trece jarras de cerveza.
De modo que les sirven las cervezas y se sientan. Hay un vie¬jo pequeñajo sentado en una esquina y el jefe de los cabezas rapadas se acerca y le dice:
-Ten, papá, esta jarra de cerveza es para ti.
El hombrecillo le dice:
-Gracias, hijo, eres generoso, gracias.
-No importa, nos gusta ayudar a los inválidos.
-Pero yo no soy un inválido.
-Lo serás si no pagas la próxima ronda.

Esto es la represión: es un truco para dejarte inválido. Es un truco para destruirte, para debilitarte. Es un truco para enfrentarte a ti mismo. Es una manera de crear un conflicto dentro de ti, y el hombre que está en conflicto consigo mismo, por supuesto, se debilita.
La sociedad ha hecho una gran jugada, ha enfrentado a todo el mundo consigo mismo. Así que estás luchando contigo mis¬mo continuamente. No te queda energía para hacer otra cosa. ¿No has podido comprobar que te ocurre esto? Estás continuamente luchando. La sociedad te ha dividido, y eres una persona disociada: te ha vuelto un esquizofrénico y te ha confundido. Eres un barco a la deriva. No sabes quién eres, no sabes dónde vas, no sabes qué haces aquí. En primer lugar, ni siquiera sabes por qué estás aquí. Te ha confundido de verdad.
Y de esta confusión surgen los grandes líderes: Adolf Hitler, Mao Zedong, Joseph Stalin. Y de esta confusión nace el papa del Vaticano, y de esta confusión surgen mil y una cosas. Pero tú eres destruido.
El tantra dice: sé expresivo. Pero recuerda, la expresión no significa irresponsabilidad. El tantra dice: sé expresivo con inteligencia y no perjudicarás a nadie. Un hombre que no se hace daño a sí mismo no puede hacerle daño a nadie. El hombre que se perjudica a sí mismo es, en cierto modo, peligroso. Si ni siquiera está enamorado de sí mismo, es peligroso: es capaz de ha¬cerle daño a cualquiera. De hecho, lo hará.
Si estás triste, deprimido, lograrás que la gente que está a tu alrededor esté triste y deprimida. Cuando estás feliz te gustaría crear una sociedad feliz, porque la felicidad sólo puede existir en un mundo feliz. Sí vives con alegría querrás que todo el mundo sea feliz: esto es la auténtica religión. Bendices a toda la existencia con tu propia alegría.

Me han condicionado tanto con el catolicismo que no creo tener ninguna esperanza; a pesar de todo esto, ¿me podrás ayudar?

Católico o comunista, musulmán o maoísta, jainista o judío da igual, todos son iguales. Por supuesto, los católicos condicionan a las personas de un modo más sistemático, más científico que los hindúes. Han desarrollado una gran destreza para condicionar a la gente. Pero todas las religiones lo hacen en mayor o menor medida, a su manera todas las sociedades lo hacen; todo el mundo está condicionado.
El condicionarniento empieza en el momento en que naces, desde tu primer aliento; es inevitable. Los padres te condicionan, los niños con los que juegas te condicionan, los vecinos, la escuela, la iglesia y el estado te condicionan. Conscientemente, no existe tanto condicionamiento, pero inconscientemente el niño va acumulándolo cada vez más. El niño aprende imitando.

Así que no debes preocuparte. Es una situación habitual en el mundo: todo el mundo está condicionado. Y todo el mundo tiene que salir del condicionamiento. Es complicado. No es como quitarse la ropa.... es como quitarse la piel. Es duro, arduo, porque nos hemos identificado con nuestro condicionamiento. Sólo nos conocemos como católicos, como comunistas, hindúes, musulmanes, cristianos. Y el mayor miedo a renunciar al condicionamiento es el miedo a tener una crisis de identidad...

Es difícil abandonar el condicionamiento porque es todo tu pasado, tu mente, tu ego y todo lo que eres. Pero si estás preparado, si eres valiente, si tienes agallas para seguirme es posible, no es imposible. ...Le ha ocurrido a mucha gente. Hazte parte de este acontecimiento, no seas un espectador. ¡únete al baile'
Mi invitación es para todo el mundo, mi invitación es incondicional.
Puedes renunciar a todos los condicionamientos porque te han sido impuestos desde el exterior, y como te han sido impuestos desde el exterior se pueden eliminar desde el exterior.

No te puedo dar a Dios ni te puedo dar la verdad, ni te puedo dar tu esencia profunda, pero puedo eliminar toda la basura que te han echado encima. Y cuando se haya eliminado esa basura, Dios empezará a crecer dentro de ti. Cuando se hayan eliminado los obstáculos, el manantial de tu vida empezará a fluir, recobrarás la inocencia.
Si recobras la inocencia, recobras el paraíso; vuelves a entrar en el Jardín del Edén.

El hombre moderno sufre por el pasado; no sufre por sus pecados como te dicen los supuestos predicadores religiosos. Sufres por los pecados de hace siglos..., pero ahora este asunto ha llegado a un extremo. El hombre se cae a pedazos, Hasta ahora hemos conseguido mantenernos enteros, pero ahora las cosas están llegado a un punto que o bien el hombre tiene que cambiar totalmente y cambiar su visión de la vida o tiene que suicidarse.

Si seguís el pasado, estaréis a punto de un suicidio colectivo. Y eso es lo que están intentando vuestros líderes políticos: pre¬parando bombas atómicas, bombas de hidrógeno y superbombas de hidrógeno, apilando bomba sobre bomba. ¡Ya tienen dema¬siadas! De hecho, hace apenas diez años ya eran capaces de destruir siete veces a cada hombre. Hace diez años estaban listos para destruir esta tierra siete veces, a pesar de que las personas mueren sólo una vez, no hace falta matarlas dos veces, sería innecesario. Pero por si acaso alguien sobrevive -los políticos tienen que encargarse de esto-, lo planean a la perfección. Así eran las cosas hace diez años.
Ahora os vais a sorprender: pueden destruir esta tierra setecientas veces, todas y cada una de las personas pueden morir setecientas veces! Esto es demasiado y absolutamente innecesario. Siete está bien, habrá algunos listos que no mueran. ¡Pero setecientas veces' Y, sin embargo, la carrera continúa. Incluso los países pobres se están incorporando a esta carrera, anhelan incorporarse, se mueren de hambre pero quieren bombas atómicas. ¡Se mueren de hambre pero quieren más poder para matar y destruir!
A vista de pájaro puedes ver que la tierra se está preparando para un suicidio colectivo, una destrucción total, una guerra global. Y recuerda de nuevo que esto no tiene nada que ver con el hombre moderno como tal.
El hombre moderno sólo es una víctima del pasado. Los sacerdotes siguen diciendo que hay algo que está mal en el hombre moderno y siguen alabando el pasado.
¡El hombre moderno es un resultado del pasado! Cristiano, musulmán, hindú, budista.... todas las culturas han contribuido a esta situación. Son responsables de esto. El hombre estará sentenciado a menos que estas culturas desaparezcan, a menos que abandonemos este pasado patológico y comencemos de cero a vivir en el presente, sin ideas de perfección, sin ideales, sin de¬beres, sin mandamientos.
(Osho, del "Libro del Hombre".)

No hay comentarios.: