En el paciente:
Aceptación: es imposible hipnotizar a alguien en contra de su voluntad.
Persona inteligente, con buena capacidad de comunicación.
Motivado hacia el cambio, pero no ansioso por los logros.
Ansiedad moderada acerca de la necesidad de cambiar.
Buen rapport hacia el terapeuta, confía en sus capacidades.
Mentalidad clínica: comprende las instrucciones impartidas.
En el terapeuta:
Saber escuchar.
Formación amplia para el diagnostico.
Capacidad para comunicar y generar comprensión y empatía con el paciente sin juzgarlo, entendiendo su dimensión única y respetando sus ideologías, imaginarios y concepciones filosóficas, políticas y sus específicas cosmogonías.
Capacidad de combinar la calidez y el apoyo a los pacientes que tienen problemas a través de un modelo de terapia adecuado para abordarlos con responsabilidad, logrando los cambios estructurales en la conducta que el paciente necesita.
Capacidad de comunicar confianza al paciente haciéndole ver que puede lograr su recuperación cuando ésta sea posible.
“El terapeuta debe proyectar autenticidad, empatía y respeto incondicional”. Carl Rogers.
Al momento de elegir su terapeuta es importante que tenga en cuenta la conexión, su sentir, pregúntese: ¿me siento cómodo con esta persona? ¿Me genera confianza? Hágale caso a sus percepciones. Si le es posible constate su desempeño con otras pacientes.
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