sábado, junio 06, 2015

Ni tu ni yo somos los mismos de ayer



Buda fue un hombre iluminado. Como ser despierto entendió la angustia humana desplegando compasión y bondad.


Su primo Devadatta estaba siempre celoso de su maestría y buscaba por todos los medios sacarlo de sus casillas, dejarlo mal parado ante toda situación e incluso estuvo dispuesto a quitarle la vida.

El Buda permanecía inmutable. Cierta mañana mientras Buda paseaba plácidamente, su primo le lanzó una pesada piedra desde lo alto de una montaña, con la intención clara de acabar con su existencia. No era su día, Buda esquivó la piedra y su primo no alcanzó su objetivo. Buda continúo su paseo matutino inalterable con una dulce sonrisa en los labios.

Pocos días después, Buda se encontró con su primo y lo saludó con afecto sincero. Devadatta con sorpresa le interrogó:


-¿No estás molesto, señor?

-No, por supuesto que no. ¿Por qué habría de estarlo?

Devadatta no podía salir del asombro, y se atrevió a preguntar:

-¿Por qué?

A lo que Buda respondió:


-Porque ni tú eres ahora el que arrojó la piedra, ni yo soy ahora el que caminaba allí cuando me fue lanzada.

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