Decía Albert Einstein: "Todos somos unos genios. Pero si juzgas a un pez por su habilidad de escalar un árbol, vivirá su vida entera creyendo que es estúpido."
Necesitamos conocer y explorar a ese genio interno, puesto que es parte de nuestra misión en la vida: Dar lo mejor de nosotros, ofrecer nuestros talentos al servicio de la humanidad.
No se trata sólo de soñar con el mundo de posibilidades, ya que el genio interno no se desarrolla únicamente por chispazos de "inspiración". Ese genio va creciendo conforme nosotros le vamos haciendo espacio en nuestras vidas a través de la acción que le permite nacer y crecer.
No basta sentarse frente al escritorio o tumbarse en la cama imaginando lo que podemos llegar a hacer. Necesitamos tomar la pluma, tomar el pincel o lo que puede ser nuestra principal herramienta y actuar.
¿Qué sucede si el área que estamos explorando no es la que nos permite manifestarnos en toda nuestra expansión? Es sencillo: Sólo tomamos acción en otra área, escuchando a nuestro corazón y dedicando un tiempo, un tiempo tan sagrado como le dedicamos a la oración, a la meditación, puesto que estamos haciendo un regalo a la vida y una ofrenda a la Creación a través de los actos que surgen del corazón y que muestran lo mejor de nosotros mismos.
Si hasta este momento crees que no te encuentras al máximo de tu desarrollo en donde estás, no es porque seas ineficaz, quizá sólo te está faltando escucharte y tomar acción, deja que tu verdadero genio sea conocido por el mundo.
Fuente: Maya, en Conexión universal.
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