Dejemos de vivir en automático,
evaluemos nuestras emociones y sentimientos, reconozcamos que nos
molesta, dejemos que se expresen
libremente, que salgan, que griten, animémonos a romper los
paradigmas, las cadenas por ser el niño o la niña buena, encuéntrate con tu
sombra, e integra ese aspecto que también hace parte de ti.
¿Has visto a alguien que quiera estar
enfermo?, no, verdad, pues bien un camino seguro y efectivo para ganar salud
plena, es la de dar trámite a nuestras emociones, dile no a la represión. Lo sé hay espacios que nos exigen
una contención adaptativa, no puedes insultar al jefe o al profe por algo que consideras injusto, inadecuado, no obstante, puedes darle salida a tu emoción, encuéntrate
con tu rabia, habla con ella, siéntela, escúchala,
visualízala, muévela, sácala, de lo
contrario te pasará factura en el corto o en el mediano plazo, con problemas gástricos,
recargando tu hígado, enfermando tu sistema inmune...
¿Te gusta fungir de víctima y culpas a los demás, al clima, al entorno, al jefe al afuera de todo lo que te ocurre? Sufrimos por las expectativas falaces que tenemos con relación al otro, el sufrimiento no va más, cuando somos conscientes del momento presente, cuando fluimos y experimentamos el ahora como lo hace una flor, el pájaro que está en el árbol o vuela, la mariposa, el río que fluye.
La vida es un eterno presente, evadimos la vida por miedo a sufrir, tenemos miedo al miedo, buscamos defendernos, escondernos para no sufrir y nos perdemos la magia de la vida.
Podemos transformar el dolor y el sufrimiento, podemos darle un nuevo significado a lo que sucedió en el pasado, lo hacemos cuando nos damos cuenta de que estamos en un eterno presente, nuestra vida ocurre en este instante, si nos damos cuenta de ello, entonces nos damos cuenta de que aquello ocurrió en el pasado y que nuestra vida, tu vida ocurre ahora. Lo otro ocurrió en el pasado, la muerte del ser querido, el abandono de tu pareja, la traición del amigo. Para tu mente ocurre ahora, pero tú puedes transformarlo todo mirándolo desde la perspectiva de la vida, en lugar de mirarlo desde la perspectiva del miedo a la muerte. Mira ese dolor de frente, escúchalo, siéntelo, no le huyas, magnifícalo, veras que fluye, sale como un río y tu seguirás fluyendo en el momento presente, viviendo y abrazando la vida.
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