miércoles, enero 21, 2009

Drunkorexia, una peligrosa moda entre mujeres jóvenes

Dejar de comer para compensar las calorías que se ingieren al beber licor ya tiene un nombre: se llama drunkorexia

Dejar de comer para compensar las calorías que se ingieren al beber licor ya tiene un nombre: se llama drunkorexia, término popularizado por 'The New York Times' para describir esta tendencia.

A lo mejor, usted es de las que puede dejar de comer lo que le pidan, incluso es capaz de llevar una dieta muy estricta, pero con el alcohol no transa.
"No puedo dejar de tomar", dice Daniela García, estudiante de veterinaria de 23 años.

Antes de diciembre, Daniela decidió hacer una dieta para llegar flaca -muy flaca- al fin de año. Pero esa dieta tenía sólo una excepción: no dejar sus "traguitos" de los fines de semana, cuatro o cinco si el festín es bueno.

"Cuando voy a tomar, me salto el almuerzo y me como una ensalada de lechuga y algún yogur con una fruta durante la tarde. Tengo harta resistencia: sin comer puedo tomarme más de cuatro tragos sin fundirme. Eso lo descubrí cuando empecé a hacer la dieta, y lo aprovecho", confiesa.

Daniela no cree tener problemas con el alcohol. Dice que sabe controlar cuánto toma, cuánto dejar de comer para amortizar las más de 200 calorías que aporta un coctel, las mismas que podrían jugar en contra de sus ansias por bajar de peso. Pero lo que ella hace es intercambiar calorías. El mismo razonamiento que hace cualquier mujer que come algo liviano al almuerzo para después comer un pedazo de torta a la hora del postre sin culpas.

La diferencia es que aquí se habla de alcohol y no de una copa, sino de grandes cantidades.

Esta moda de dejar de comer para compensar las calorías que se ingieren al beber licor ya tiene un nombre. Se llama drunkorexia, término popularizado por The New York Times en marzo del año pasado, en un reportaje que dejó en evidencia cómo un tercio de las mujeres en E.U., especialmente universitarias, incurría en esta conducta para mantenerse en el peso sin dejar de consumir alcohol.

El término ya se está popularizando entre los especialistas en trastornos alimentarios y también en adicciones en nuestro país. Y aunque en Colombia no se manejan cifras, la drunkorexia es un problema preocupante en la medida en que el uso y abuso de alcohol en adolescentes y adultos jóvenes es una conducta en alza.
Con base en porcentajes internacionales, el 80 por ciento de los colombianos mayores de 12 años han consumido trago, en algún momento de la vida. "El 40 por ciento lo hace de manera habitual", sostiene Augusto Pérez, director de la Corporación Nuevos Rumbos.

Se trata de un trastorno alimenticio

Aunque la drunkorexia -mezcla de las palabras 'drunk', ebrio/a, y anorexia- se llame así no significa que sea una conducta sólo de mujeres con anorexia.
La psiquiatra chilena Lilian Urrutia, especialista en trastornos alimentarios, explica que esta se desarrolla en personas -principalmente mujeres, las más propensas a tener conflictos con el peso- con trastornos alimentarios inespecíficos no tan severos como la anorexia, pero que comparten el punto de querer restringir la comida con el fin de no engordar.

"Son niñas o mujeres con períodos de restricción, en que dejan de comer, y que pasan por períodos de atracones. Pero no necesariamente tienen muy bajo peso o ausencia de menstruación, como las anoréxicas. En ellas, la preocupación por el peso ocupa una buena parte de su energía, acarreándoles una mala calidad de vida en el día a día, un impacto sobre su autoestima y su vida social muy alto", asegura.
También las define la periodicidad. "Cuando esta conducta se repite con cierta frecuencia (dos o tres veces en la semana), y cuando se mantiene en el tiempo, más allá de treinta días, sacrificando además la parte nutricional, estamos ante un problema", dice la nutricionista Mónica Manrique.

Efectos en el organismo

El problema de la drunkorexia es que las jóvenes pueden desarrollar una doble patología: un trastorno alimentario más una adicción.
Si el alcohol se consume sin alimentación de por medio pasa más rápido a la sangre y por lo tanto sus efectos son más rápidos: ebriedad y malestar general.
Esto hace que el cuerpo vaya generando tolerancia, razón por la cual se tiene que consumir más licor para alcanzar los mismos efectos.

Lo preocupante es que el organismo se deteriora por doble vía: una por alcoholismo y otra por desnutrición.

Los efectos se manifiestan en todos los órganos y su recuperación no es sencilla. En este punto incluso reiniciar una dieta es un problema, porque ya el cuerpo carece de elementos básicos que, al suplirse de nuevo, empeoran la situación.

Fuente: http://www.newsfood.com/?location=Spagnolo&item=54332

viernes, enero 16, 2009

"Somos seres espirituales viviendo una experiencia humana"

Entrevista a Brian Weiss

El gurú de la reencarnación en Occidente cuenta, en esta entrevista, sus experiencias personales y su relación con la comunidad científica tradicional.
"Jung se anticipó a su tiempo: comprendía lo misterioso, lo espiritual, lo intuitivo", dice Weiss.
Por Ignacio Escribano
Hasta que esa extraña idea de la regresión a las vidas pasadas se le metió en la cabeza, Brian Weiss era, según los rígidos cánones academicistas, occidentales y machistas, un hijo soñado. El alumno perfecto. Un ciudadano modelo. El profesional envidiado por el resto de sus colegas.
Graduado magna cum laude en la Escuela de Medicina de la Universidad de Columbia, con un posgrado en la Universidad de Yale, Weiss fue uno de los jefes de psiquiatría más jóvenes del prestigioso hospital Mount Sinai, de Miami.
A simple vista, hay que admitirlo, es todo un catedrático. No obstante, cuando el diálogo cobra vida y entra en acción, sus modales, que han olvidado la solemnidad absurda pero que conservan la cortesía y el refinamiento, invitan a que uno se olvide por completo de que se está frente al controvertido doctor de trascendencia internacional, que decidió suspender la lista de espera de su consultorio cuando ésta ya superaba los cinco años.
"Era poco sensato planificar una visita médica con tanta anticipación", aclara el autor de best sellers como Lazos de amor, El mensaje de los sabios o A través del tiempo, con millones de copias vendidas en todo el mundo.Weiss, de 59 años, casado con su eterna Carole y dos hijos, no se comporta con la arrogancia de sus diplomas. Sin necesidad de fruncir de ceño en señal de jactancia, sus observaciones inspiran, acaso más por la sensibilidad que por la agudeza de las mismas, un respeto próximo al afecto."
He recorrido un largo camino desde el día en que, médico de formación clásica, profesor de psiquiatría y escéptico empedernido, me di cuenta de que la vida humana es algo más maravilloso y profundo de lo que me había hecho creer incluso mi rigurosa formación médica", cuenta este hombre que, si bien ha sido bautizado como el gurú de la reencarnación en Occidente, aún conserva la vestimenta arquetípica del académico contemporáneo: la camisa tiesa, abotonada casi hasta el tope, un discreto chalequito de fina trama y los pantalones pinzados que se prolongan en un reluciente par de zapatos náuticos. Todo eso, claro, en perfecta armonía con el puntilloso corte de pelo y los inexorables lentes de diseño italiano.
Su mensaje, certero como un rayo, saldrá disparado reiteradamente en dirección opuesta al del tradicional discurso cientificista: "Si una persona evoluciona en un ser más cariñoso, más compasivo y menos violento, es que ha tomado la dirección adecuada. Y aquí, lo que importa, no es la velocidad sino la dirección del camino que se elige."
De temperamento decididamente sosegado, su semblante parece imperturbable. "Estuve meditando esta mañana", confiesa Weiss, como develando un secreto.Más seguidor de Carl Jung que de Sigmund Freud, a pesar de que utiliza muchas técnicas del maestro vienés en sus tratamientos -la hipnosis, por ejemplo-, advierte que las psicoterapias, al no tener raíces espirituales, no sirven para liberar la verdadera naturaleza de los seres humanos.
Y convencido de que cada vez que creamos grupos, nosotros y ustedes, estamos generando violencia, potencialmente, recuerda que sólo existe un grupo: el espíritu humano.
"Todo está conectado. Las almas no tienen raza, religión, sexo o nacionalidad; son almas, una forma pura de energía amorosa. Tenemos que aprender esto y enseñárselo a los chicos", propone, apoyándose en una cita del místico cristiano Pierre Teilhard de Chardin: "No somos seres humanos atravesando una experiencia espiritual; somos seres espirituales viviendo una experiencia humana".
Según su experiencia, la psicología sólo funciona si el terapeuta logra conectarse con el paciente en un plano de verdadero afecto. "Lo que cura -insiste Weiss- es la relación, no la técnica." Y resalta: "Puede que Freud no considerase sus teorías definitivas, pero para sus discípulos son dogmas de fe. Jung, en cambio, era un inconformista que se anticipó a su tiempo; comprendía lo misterioso, lo espiritual, lo intuitivo, pero lo rodeaban personas ávidas de dogmas."
-En sus libros, usted también suele hablar de la intuición, algo que casi hemos olvidado de utilizar en nuestra vida diaria.
-La arremetida contra la mente comienza desde que somos muy pequeños. Se nos educa con valores familiares, sociales, culturales y religiosos que reprimen nuestros conocimientos innatos. Y si nos resistimos a esa acometida, se nos amenaza con el miedo, la culpa, el ridículo, la crítica y la humillación. O, también, pueden acecharnos el ostracismo, la retirada del amor o los abusos físicos y emocionales. Nuestros padres y profesores, nuestra sociedad y cultura pueden enseñarnos falsedades peligrosas. Y a menudo lo hacen. El mundo actual es una clara prueba de ello, pues se encamina a tropiezos y golpes, imprudentemente, hacia una destrucción irreversible. Pero si se lo permitimos, los chicos pueden enseñarnos la salida.
-¿Es cierto que las mujeres son más intuitivas que los hombres?
-Es así, están más abiertas a todos estos conceptos: espiritualidad, inspiración... Las madres siempre se han basado en su intuición. Por eso, creo que los científicos de hoy están equivocados. Si la ciencia y la tecnología, que se nos están escapando de las manos, no comienzan a desarrollarse en el contexto de nuestra sabiduría intuitiva, entonces estamos frente a un peligro. Porque, mal empleados, pueden destruir el mundo.
-¿Y por qué cree que a la comunidad científica le cueste tanto aceptar esas facultades que todos llevamos dentro?-Porque existe un descreimiento generalizado sobre todo aquello que no puede verse o demostrarse por métodos científicos convencionales. Y eso está mal, es erróneo. Nos enseñaron que todo eso es supersticioso, o no científico, o inferior. Y no es así. Tenemos sentidos más allá de los cinco sentidos. Y uno de ellos es la intuición. No sólo en el arte, los grandes descubrimientos científicos también surgen intuitivamente, y no necesariamente desde de la lógica pura. El mismo Einstein lo decía. Tiene que haber un balance entre lo racional y lo intuitivo. Algo que, en mi caso, tardó años en llegar. Hasta que conocí a Catherine. Además, para recuperar ese equilibrio, no podemos olvidar que el amor es el componente fundamental de la naturaleza, que conecta y une a todas las cosas y las personas. Y la energía del amor es, en potencia, más fuerte que cualquier bomba y más sutil que cualquier hierba. Lo que sucede es que aún no hemos aprendido a aprovechar esa energía tan básica y tan pura.
-¿Podríamos decir, entonces, que intuición y poesía son casi sinónimos?
-Sin duda están emparentados. Los griegos hablaban de las musas. Los poetas, los músicos y los artistas en general trabajan mejor cuando se dejan llevar por el cerebro derecho, es decir, por la intuición, lo espiritual, lo no lineal; y no siempre ocurre lo mismo cuando se guían por el cerebro izquierdo, el lógico, el racional. Le hemos dado una excesiva importancia a la razón, a un punto tal que casi hemos negado nuestra intuición, que era, precisamente, el sentido predominante del hombre.
Cuando conoció a Catherine, la paciente cuya historia se cuenta en su primer libro Muchas vidas, muchos maestros, Weiss ya había publicado más de cuarenta trabajos científicos y colaboraciones en publicaciones médicas, y había adquirido reconocimiento internacional en psicofarmacología y química cerebral. Con voz tenue, explica que durante más de un año había intentado aliviar los ataques de pánico de su paciente por medios de técnicas psiquiátricas convencionales hasta que, durante una sesión de hipnosis, bien freudiana, todo cambió.
La memoria de Catherine, en lugar de revolver por los cajones de su infancia, fue incluso mucho más lejos de lo que un escritor de cuentos fantásticos hubiera imaginado jamás: Catherine, ese mojón fosforescente en el camino de Weiss, se vio a sí misma, en otro cuerpo, 4.000 años atrás.
"Como hasta ese día era totalmente incrédulo a todos aquellos campos faltos de rigor científico, como la parapsicología, y además no sabía nada sobre las vidas pasadas o la reencarnación, ni me interesaba saberlo, al principio no consideré la vivencia de Catherine como un regresión -explica Weiss-. De todas formas, continuamos con la hipnosis en las sesiones siguientes porque notaba una clara mejoría en sus síntomas."
A partir de entones, Weiss comenzó a investigar y a documentarse sobre el tema durante 15 largos años de silencio profesional. "Sabía que con tan sólo inferir algo, mis colegas me tomarían por demente", recuerda, esbozando una sonrisa con un leve toque de picardía.Pero cuando por enésima vez se convenció de que sus hallazgos eran efectivamente ciertos, decidió publicar, no sin un cierto grado de resquemor, cada detalle de las regresiones de sus pacientes. Y de las propias.
-¿Cómo definiría a la reencarnación?
-Es el concepto de que poseemos un alma inmortal, que puede llamársele también conciencia o espíritu, que abandona nuestro cuerpo en el momento de la muerte física para luego renacer en una nueva criatura para continuar en esa nueva vida con las lecciones que eventualmente la lleven a una realización espiritual plena.
-¿Y realmente cree que la realización espiritual plena sea posible?
-Sí. Lo que ocurre es que nuestros valores están todos revueltos, desordenados. Nos preocupamos demasiado por la impresión que le causamos a los demás o sobre cuánto dinero tenemos. Y todo eso es un tremendo error. Porque la felicidad viene desde adentro de uno. De saber disfrutar el momento presente. Sabemos que el amor puede curar, y que el estrés puede matar. Pero poco hacemos para aliviar nuestra mente. No es necesario ser rico para ser feliz. En mi consultorio he atendido infinidad de gente increíblemente rica, pero infelices. Y su tristeza se disipaba cuando comenzaban a cultivar sus valores humanos, a preocuparse por los demás.
Estamos atrapados en las preocupaciones de nuestra mente sobre el futuro, o lamentando el pasado. Aunque somos conscientes de que ni los lamentos ni las preocupaciones pueden modificar ni el pasado ni mejorar el futuro. Una cosa es planear, organizarse, eso está bien. Pero no preocuparse. Ese sentimiento se ha vuelto un hábito de lo más negativo. Lo mismo que con el pasado. Hay personas que se la pasan rumiando sobre sus errores, preguntándose una y otra vez por qué no hice esto o aquello.
-¿No cree que las psicoterapias pueden caer en ese rumiar constante, que termina volviéndose negativo?
-Entiendo que este no es puntualmente un tema sencillo. Es bueno ver el pasado y reconocerlo. Pero es cierto también que ese proceso, que puede ser muy doloroso, tiene un límite. Lo que yo le digo a mis pacientes es que aprendan de su pasado y que luego déjenlo ir. Ahora esté aquí, en el momento presente, que es el único lugar en el que va a encontrar la felicidad. Si seguimos varados en el pasado jamás seremos felices. Eso les digo.
-Entre tanto dolor y sensación de soledad, los psicofármacos son presentados como la solución a los problemas existenciales del hombre moderno.
-Existen muchas razones que explican ese fenómeno. La propaganda y la presión de la industria farmacéutica es enorme. Y, además, persuaden a los médicos para que receten sus productos de maneras subrepticias y a veces no tan solapadamente. Por otra parte, la tendencia de las universidades es a enseñar cada vez más a que el tratamiento pasa por la medicación. Pero sabemos que con las pastillas no alcanza. Porque cada depresión, ansiedad o cualquier síntoma, forma parte de un cuadro holístico, donde intervienen la mente, el cuerpo y el espíritu.
Las pastillas son una opción que no tienen por qué contraponerse con otras formas curativas. Pero de nada sirven sin la compasión y el entendimiento de que esa persona que está sufriendo es una ser humano y no un sistema bioquímico con bajos niveles de cierta sustancia. Y en algunos casos, aún siendo compasivo y con un buen tratamiento ni siquiera es necesario recurrir a la medicación. O, si se receta, se hace por menos tiempo y con dosis más bajas.
-¿Cuál es la crítica más dura que tiene para hacerle a los médicos que ejercen la medicina "tradicional"?
-Bueno, generalmente son ellos los que me critican a mí.-Bueno, a cada cual su turno. Pero con espíritu constructivo.-Mi principal crítica es que los médicos necesitan abrir más su corazón y darse cuenta de que son sanadores. Y para eso, es preciso estar conectado intuitivamente con cada paciente, tener compasión y preocuparse sinceramente por esa otra persona. Y esto es bueno no sólo para el paciente, los médicos se sentirán mucho más satisfechos también. El paciente no es un hígado, un corazón o una vesícula. Les recordaría a los médicos que cada paciente es un ser humano, un alma al que deben acercarse con compasión y con el corazón abierto.
Dos preguntas más
-¿Cómo definiría las almas gemelas (soul mate)?
-Por empezar, tenemos más de una. Y por eso almas gemelas no es imperiosamente un término romántico. Es gente con la que hemos vivido en otras vidas, y existe una forma de reconocimiento de sus almas que nos parecen familiares. O en la mirada, o al tocar las manos, ciertas cosas que nos hacen acordar. Un alma gemela no significa alguien con quien vamos a compartir el resto de nuestra vida. A veces, se trata de una persona que se cruza en camino tal vez por uno o dos meses solamente, pero su sola presencia nos ayuda a cambiar nuestras vidas y a evolucionar. Creo que en una dimensión mayor estamos conectados a cada una de las almas del planeta, e incluso de más allá. Todos estamos interconectados. Pero a la vez existen pequeños grupos de familias de almas, gente que ha vivido junta en varias ocasiones. Y a eso llamo almas gemelas. Este no es el único lugar o planeta donde existen almas. Existen también otras dimensiones donde también viven almas; los físicos están escribiendo sobre este tema.
-¿A su esposa Carole ya la conocía de otras vidas?
-Sí. A pesar de que nunca me encontré con ella en las regresiones. Sí, en cambio, encontré a mi hijo en una de mis propias regresiones. Pero sé, y ella también, que ya habíamos estado juntos antes. Nos conocimos de muy jóvenes; yo tenía 18 años y ella 17. Fue instantáneo. Ninguno de los dos estaba buscando una relación seria, éramos los dos todavía muy jóvenes. Si mi hija, que ahora tiene 22 años, hubiera tenido una relación tan seria como la mía cuando yo tenía 17 años, le hubiera dicho todavía eres una niña. En mi caso, y en el de mi mujer, fue algo muy especial, de reconocimiento, el sentido de familiaridad, de conexión, podíamos terminar las oraciones que el otro estaba diciendo, compartíamos los pensamientos... Yo no tenía ni idea de qué se trataba todo eso en aquel entonces, sólo sabía que era muy fuerte. Hasta que años más tarde, comprendí. Ahora sé de qué se trataba, y se trata, todo eso. Así que no tengo que hallarla en mis regresiones. Sé que somos el uno para el otro.